Consumo de alcohol, tabaco, marihuana y cocaína en puérperas atendidas en el Hospital Gustavo Fricke
- Autores
- Gallardo Salce, Maritza
- Año de publicación
- 2024
- Idioma
- español castellano
- Tipo de recurso
- tesis de maestría
- Estado
- versión aceptada
- Colaborador/a o director/a de tesis
- Folino, Jorge Oscar
León Mayer, Elizabeth M. - Descripción
- El consumo de drogas, incluyendo drogas legales como tabaco y alcohol, es un problema mundial (United Nations Office on Drugs and Crime, 2021). Aunque las mujeres consumen menos que los hombres (United Nations Office on Drugs and Crime, 2018), el consumo en ellas es un problema de preocupación de salud pública, ya que ellas cuando consumen desarrollan más rápidamente trastornos por consumo (United Nations Office on Drugs and Crime, 2018), tienen más infecciones por trasmisión sexual y uso de jeringas de segunda mano (Azim, Bontell, & Strathdee, 2015; United Nations Oficce on Drugs and Crime, 2016), sufren más por violencia dentro y fuera de la pareja (Azim et al., 2015; United Nations Office on Drugs and Crime, 2018). Pueden acceder menos a tratamiento que los hombres (United Nations Office on Drugs and Crime, 2018) y requieren tratamientos que cubran sus necesidades especiales (SENDA, 2016; United Nations Oficce on Drugs and Crime, 2016). El consumo de sustancias durante el embarazo no sólo tiene consecuencias para la mujer(Aros et al., 2006; Moraes Castro et al., 2019; Pereira et al., 2018), sino para el hijo(Buckingham-Howes, Berger, Scaletti, & Black, 2013; Law et al., 2003; Stroud, McCallum, & Salisbury, 2018) producto de este embarazo, por lo que requiere una atención especial desde el punto de vista de salud pública. El consumo de alcohol, tabaco y drogas se asocia con mayor morbilidad(Aros et al., 2006; Diehl, Pillon, dos Santos, & Laranjeira, 2017; Moraes Castro et al., 2019; Pereira et al., 2018) y situaciones de riesgo como sufrir violencia (Devries et al., 2014; Sarkar, 2008). Para el hijo por nacer, se asocia con malformaciones congénitas como en el síndrome alcohólico fetal (Lange et al., 2017; Reid et al., 2015; Wong et al., 2018), alteraciones cognitivas como en espectro del síndrome alcohólico fetal (Lange et al., 2017; Reid et al., 2015), retardo en el crecimiento, alteraciones en el aprendizaje y la conducta como en el consumo de tabaco, cocaína o marihuana(Buckingham-Howes et al., 2013; Forray & Foster, 2015; Godleski, Eiden, Schuetze, Colder, & Huestis, 2016; Moraes Castro et al., 2019). Intervenir en este periodo es de gran importancia de salud pública. Para la mujer, es un periodo de mayor contacto con el sistema sanitario, ya que la mayoría de las mujeres tienen al menos un contacto con el sistema sanitario, por lo tanto, una oportunidad de ofrecer consejería y tratamiento para el consumo de sustancias.(Organización Mundial de la Salud, 2013; SENDA, 2016). Para el hijo, una oportunidad de prevenir o detener los efectos tóxicos de las sustancias sobre su formación y desarrollo, por ejemplo, evitar el consumo antenatal de alcohol es la forma más eficiente de prevenir una de las causas prevenibles de deficiencia intelectual (Organización de las Naciones Unidas, 2015), promover el cuidado cariñoso del niño, así como disminuir el número de separación de hijos y madre con pérdida de custodia(OMS, 2018). Debido a la importancia del problema del consumo de alcohol, tabaco y drogas existen diversas encuestas de consumo en población general en diversos países del mundo que tienen bien establecidas prevalencia y su evolución en el tiempo, incluyendo Chile (Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del consumo de Drogas y Alcohol, 2013). Sin embargo, en estos estudios poblacionales no especifican si las mujeres consumidoras de alcohol, tabaco y drogas están embarazadas o no, a pesar de la importancia del consumo tanto para la mujer como para la descendencia (Boyadjieva & Sarkar, 2010; Chabarria et al., 2016; Forray & Foster, 2015; Law et al., 2003), por lo que estudios en poblaciones específicas de embarazadas son necesarios para determinar los perfiles y necesidades de tratamiento (United Nations Office on Drugs and Crime, 2018; United Nations Oficce on Drugs and Crime, 2016). En Chile desde 1994 se viene realizando una encuesta en población general cada dos años sobre consumo de sustancias (Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes, 1996), en dicho estudio se agrega la población por tramos etarios, sexo y nivel socioeconómico, sin embargo, no se establece si las mujeres en edad fértil entrevistadas están o no embarazadas. En Estados Unidos, el sistema de vigilancia de conductas de riesgo para la salud de Estados Unidos (The Behavioral Risk Factor Surveillance System, BRFSS) que realiza encuestas a 400.000 personas anualmente vía telefónica, preguntado sobre el consumo de alcohol y tabaco incluyendo mujeres embarazadas. El sistema de vigilancia The National Survey on Drug Use and Health (NSDUH), investiga sobre el consumo de alcohol, tabaco y drogas en población general. El Sistema de monitoreo de riesgo en el embarazo, Pregnancy Risk Assessment Monitoring System (PRAMS), averigua sobre el consumo de alcohol y tabaco en el embarazo, también tiene algunas versiones de cuestionarios que indagan sobre consumo de drogas (Department of Health & Services Centers for Disease Control, 2012). Existen numerosos estudios que investigan de diferente manera la prevalencia del consumo de alcohol y drogas durante el embarazo, factores asociados (López, Filippetti, & Cremonte, 2015; Peña, Jeanette. Matute, 2010; Tedgård & Råstam, 2016). Entre los factores asociados destaca la violencia de pareja o en la familia (Barnett et al., 2019), consumo en la pareja (SENDA, 2016), mayor riesgo de adquirir enfermedades de trasmisión sexual, incluyendo VIH (Organización Mundial de la Salud, 2010), conocimiento de los efectos del consumo en el feto o percepción de riesgo (López-Pinto, 2018; Pérez Franco & Raffo, 2015), acceso a tratamiento (SENDA, 2016; United Nations Office on Drugs and Crime, 2018; World Health Organzation, 2014). La mayoría de los estudios sobre consumo en el embarazo se basan en encuesta a embarazadas o puérperas, algunos incluyen medición de metabolitos de drogas en meconio como medida adicional cuando las mujeres han negado consumo durante este periodo (Lester et al., 2001), considerando la alta censura social que puede haber hacia las embarazadas que consumen , otros retrospectivamente indagan en registros médicos a partir de recién nacidos internados en unidades de neonatología (Cubillos, 2016; Mena R, Navarrete M, Corvalán V, & Bedregal G, 2000). En Chile existen pocas investigaciones sobre el tema, una de ellas es la de Pérez-Franco y Raffo en 2015 que indaga en puérperas hospitalizadas en una maternidad de un hospital de la ciudad de Santiago (capital del país) sobre el consumo de alcohol, tabaco y drogas durante el embarazo, además de la percepción de ellas sobre los efectos en el feto. La presente investigación describe la prevalencia de consumo de tabaco, alcohol, marihuana, pasta base cocaína y cocaína durante el último año (incluye los tres meses previos al embarazo) y de vida en puérperas recientes hospitalizadas en el hospital público de Viña del Mar, Región de Valparaíso, mediante encuesta anónima, encontrando que la mayor prevalencia de consumo fue la del alcohol con 85,8%; seguida por el consumo de tabaco con 67,9%; y luego por el consumo de marihuana con 49,1%. En cuarto lugar, con una prevalencia de vida mucho menor, se encuentra cocaína con 7,5% y en quinto lugar la pasta base cocaína con el 0,8%. Las prevalencias son similares a las encontradas en las mujeres del mismo rango etario del Décimo Segundo Estudio Nacional de Drogas en Población General de Chile” (2016), tanto a nivel comunal como regional. En cuanto a las prevalencias del último año para el consumo de las sustancias estudiadas, casi un tercio de la muestra registró haber consumido alcohol en el último año (32,2%), mientras que poco menos de un cuarto indicó haber consumido tabaco en el mismo periodo (23,4%). Para marihuana el porcentaje alcanzó el 10,1% y una mínima parte de la muestra afirmó haber consumido cocaína en el último año (0,5%), mientras que ninguna puérpera reportó haber consumido pasta base cocaína en el último año. Respecto de la distribución del consumo durante el embarazo se pudo observar los siguientes los siguientes resultados: Respecto del consumo de alcohol que la sexta parte afirmó haber consumido en el primer trimestre (16,5%), en menor medida durante el tercer trimestre (2,7%) y en el segundo trimestre (1,3%). En cuanto a las consumidoras de tabaco del último año la distribución se concentra principalmente en el primer trimestre del embarazo, alcanzando un sexto de la muestra total (17,3%); una mínima cantidad afirma haber consumido durante el segundo y el tercer trimestre de embarazo (1,9% en ambos casos). Por su parte, la distribución del consumo de marihuana del último año se observó principalmente en el primer trimestre (5,1% de la muestra) manteniéndose el consumo en el tercer y segundo trimestres, pero alcanzando valores mínimos (1,9% y 0,5% respectivamente). Para consumo de cocaína el último año hubo 2 casos, uno no contestó el momento en que consumió, el otro fue en el periodo antenatal. No hubo reporte de consumo de pasta base cocaína en el último año. En suma, los principales momentos de consumo del último año se encuentran en el primer trimestre y el periodo antenatal. Mediante análisis bivariado se pudo determinar que el consumo de sustancias se asoció con vivir menos en pareja, menor planificación del embarazo, tener un entorno que también consume sustancias, mayor número de medidas judiciales previas en fuero de familia, mayor número de pérdida de custodia y mayor número de causas penales. Sin embargo, no hubo diferencias en el inicio del control antenatal ni del peso del hijo al nacer. Las características sociodemográficas exploradas fueron similares en el grupo de las puérperas de la Maternidad del Hospital Fricke comparadas con las mujeres de la Encuesta Nacional, salvo en la convivencia con la pareja que fue mayor en el grupo de las puérperas. Estudio y trabajo no fueron factores diferenciadores entre consumidoras y no consumidoras, teniendo el grupo de consumidoras una ligera mayor proporción de trabajo remunerado. Tanto las puérperas consumidoras como las consumidoras de la Encuesta Nacional tuvieron una baja asistencia a tratamiento por drogas. Esta investigación espera ser un aporte para aumentar el conocimiento nacional y latinoamericano sobre el fenómeno del consumo de sustancias durante el embarazo, de modo de poder servir de fundamento para realizar una investigación nacional o multicéntrica sobre la prevalencia de consumo de mujeres embarazadas y sus características para el desarrollo de políticas públicas de prevención y la oferta de tratamientos más oportunos y adecuados a las necesidades de esta población.
Magister en Salud Mental Forense
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Ciencias Médicas - Materia
-
Ciencias Médicas
Puerperio
Consumo en embarazo
Alcohol
Tabaco
Marihuana
Cocaína - Nivel de accesibilidad
- acceso abierto
- Condiciones de uso
- http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
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- Universidad Nacional de La Plata
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- oai:sedici.unlp.edu.ar:10915/181088
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Pueden acceder menos a tratamiento que los hombres (United Nations Office on Drugs and Crime, 2018) y requieren tratamientos que cubran sus necesidades especiales (SENDA, 2016; United Nations Oficce on Drugs and Crime, 2016). El consumo de sustancias durante el embarazo no sólo tiene consecuencias para la mujer(Aros et al., 2006; Moraes Castro et al., 2019; Pereira et al., 2018), sino para el hijo(Buckingham-Howes, Berger, Scaletti, & Black, 2013; Law et al., 2003; Stroud, McCallum, & Salisbury, 2018) producto de este embarazo, por lo que requiere una atención especial desde el punto de vista de salud pública. El consumo de alcohol, tabaco y drogas se asocia con mayor morbilidad(Aros et al., 2006; Diehl, Pillon, dos Santos, & Laranjeira, 2017; Moraes Castro et al., 2019; Pereira et al., 2018) y situaciones de riesgo como sufrir violencia (Devries et al., 2014; Sarkar, 2008). Para el hijo por nacer, se asocia con malformaciones congénitas como en el síndrome alcohólico fetal (Lange et al., 2017; Reid et al., 2015; Wong et al., 2018), alteraciones cognitivas como en espectro del síndrome alcohólico fetal (Lange et al., 2017; Reid et al., 2015), retardo en el crecimiento, alteraciones en el aprendizaje y la conducta como en el consumo de tabaco, cocaína o marihuana(Buckingham-Howes et al., 2013; Forray & Foster, 2015; Godleski, Eiden, Schuetze, Colder, & Huestis, 2016; Moraes Castro et al., 2019). Intervenir en este periodo es de gran importancia de salud pública. Para la mujer, es un periodo de mayor contacto con el sistema sanitario, ya que la mayoría de las mujeres tienen al menos un contacto con el sistema sanitario, por lo tanto, una oportunidad de ofrecer consejería y tratamiento para el consumo de sustancias.(Organización Mundial de la Salud, 2013; SENDA, 2016). Para el hijo, una oportunidad de prevenir o detener los efectos tóxicos de las sustancias sobre su formación y desarrollo, por ejemplo, evitar el consumo antenatal de alcohol es la forma más eficiente de prevenir una de las causas prevenibles de deficiencia intelectual (Organización de las Naciones Unidas, 2015), promover el cuidado cariñoso del niño, así como disminuir el número de separación de hijos y madre con pérdida de custodia(OMS, 2018). Debido a la importancia del problema del consumo de alcohol, tabaco y drogas existen diversas encuestas de consumo en población general en diversos países del mundo que tienen bien establecidas prevalencia y su evolución en el tiempo, incluyendo Chile (Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del consumo de Drogas y Alcohol, 2013). Sin embargo, en estos estudios poblacionales no especifican si las mujeres consumidoras de alcohol, tabaco y drogas están embarazadas o no, a pesar de la importancia del consumo tanto para la mujer como para la descendencia (Boyadjieva & Sarkar, 2010; Chabarria et al., 2016; Forray & Foster, 2015; Law et al., 2003), por lo que estudios en poblaciones específicas de embarazadas son necesarios para determinar los perfiles y necesidades de tratamiento (United Nations Office on Drugs and Crime, 2018; United Nations Oficce on Drugs and Crime, 2016). En Chile desde 1994 se viene realizando una encuesta en población general cada dos años sobre consumo de sustancias (Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes, 1996), en dicho estudio se agrega la población por tramos etarios, sexo y nivel socioeconómico, sin embargo, no se establece si las mujeres en edad fértil entrevistadas están o no embarazadas. En Estados Unidos, el sistema de vigilancia de conductas de riesgo para la salud de Estados Unidos (The Behavioral Risk Factor Surveillance System, BRFSS) que realiza encuestas a 400.000 personas anualmente vía telefónica, preguntado sobre el consumo de alcohol y tabaco incluyendo mujeres embarazadas. El sistema de vigilancia The National Survey on Drug Use and Health (NSDUH), investiga sobre el consumo de alcohol, tabaco y drogas en población general. El Sistema de monitoreo de riesgo en el embarazo, Pregnancy Risk Assessment Monitoring System (PRAMS), averigua sobre el consumo de alcohol y tabaco en el embarazo, también tiene algunas versiones de cuestionarios que indagan sobre consumo de drogas (Department of Health & Services Centers for Disease Control, 2012). Existen numerosos estudios que investigan de diferente manera la prevalencia del consumo de alcohol y drogas durante el embarazo, factores asociados (López, Filippetti, & Cremonte, 2015; Peña, Jeanette. Matute, 2010; Tedgård & Råstam, 2016). Entre los factores asociados destaca la violencia de pareja o en la familia (Barnett et al., 2019), consumo en la pareja (SENDA, 2016), mayor riesgo de adquirir enfermedades de trasmisión sexual, incluyendo VIH (Organización Mundial de la Salud, 2010), conocimiento de los efectos del consumo en el feto o percepción de riesgo (López-Pinto, 2018; Pérez Franco & Raffo, 2015), acceso a tratamiento (SENDA, 2016; United Nations Office on Drugs and Crime, 2018; World Health Organzation, 2014). La mayoría de los estudios sobre consumo en el embarazo se basan en encuesta a embarazadas o puérperas, algunos incluyen medición de metabolitos de drogas en meconio como medida adicional cuando las mujeres han negado consumo durante este periodo (Lester et al., 2001), considerando la alta censura social que puede haber hacia las embarazadas que consumen , otros retrospectivamente indagan en registros médicos a partir de recién nacidos internados en unidades de neonatología (Cubillos, 2016; Mena R, Navarrete M, Corvalán V, & Bedregal G, 2000). En Chile existen pocas investigaciones sobre el tema, una de ellas es la de Pérez-Franco y Raffo en 2015 que indaga en puérperas hospitalizadas en una maternidad de un hospital de la ciudad de Santiago (capital del país) sobre el consumo de alcohol, tabaco y drogas durante el embarazo, además de la percepción de ellas sobre los efectos en el feto. La presente investigación describe la prevalencia de consumo de tabaco, alcohol, marihuana, pasta base cocaína y cocaína durante el último año (incluye los tres meses previos al embarazo) y de vida en puérperas recientes hospitalizadas en el hospital público de Viña del Mar, Región de Valparaíso, mediante encuesta anónima, encontrando que la mayor prevalencia de consumo fue la del alcohol con 85,8%; seguida por el consumo de tabaco con 67,9%; y luego por el consumo de marihuana con 49,1%. En cuarto lugar, con una prevalencia de vida mucho menor, se encuentra cocaína con 7,5% y en quinto lugar la pasta base cocaína con el 0,8%. Las prevalencias son similares a las encontradas en las mujeres del mismo rango etario del Décimo Segundo Estudio Nacional de Drogas en Población General de Chile” (2016), tanto a nivel comunal como regional. En cuanto a las prevalencias del último año para el consumo de las sustancias estudiadas, casi un tercio de la muestra registró haber consumido alcohol en el último año (32,2%), mientras que poco menos de un cuarto indicó haber consumido tabaco en el mismo periodo (23,4%). Para marihuana el porcentaje alcanzó el 10,1% y una mínima parte de la muestra afirmó haber consumido cocaína en el último año (0,5%), mientras que ninguna puérpera reportó haber consumido pasta base cocaína en el último año. Respecto de la distribución del consumo durante el embarazo se pudo observar los siguientes los siguientes resultados: Respecto del consumo de alcohol que la sexta parte afirmó haber consumido en el primer trimestre (16,5%), en menor medida durante el tercer trimestre (2,7%) y en el segundo trimestre (1,3%). En cuanto a las consumidoras de tabaco del último año la distribución se concentra principalmente en el primer trimestre del embarazo, alcanzando un sexto de la muestra total (17,3%); una mínima cantidad afirma haber consumido durante el segundo y el tercer trimestre de embarazo (1,9% en ambos casos). Por su parte, la distribución del consumo de marihuana del último año se observó principalmente en el primer trimestre (5,1% de la muestra) manteniéndose el consumo en el tercer y segundo trimestres, pero alcanzando valores mínimos (1,9% y 0,5% respectivamente). Para consumo de cocaína el último año hubo 2 casos, uno no contestó el momento en que consumió, el otro fue en el periodo antenatal. No hubo reporte de consumo de pasta base cocaína en el último año. En suma, los principales momentos de consumo del último año se encuentran en el primer trimestre y el periodo antenatal. Mediante análisis bivariado se pudo determinar que el consumo de sustancias se asoció con vivir menos en pareja, menor planificación del embarazo, tener un entorno que también consume sustancias, mayor número de medidas judiciales previas en fuero de familia, mayor número de pérdida de custodia y mayor número de causas penales. Sin embargo, no hubo diferencias en el inicio del control antenatal ni del peso del hijo al nacer. Las características sociodemográficas exploradas fueron similares en el grupo de las puérperas de la Maternidad del Hospital Fricke comparadas con las mujeres de la Encuesta Nacional, salvo en la convivencia con la pareja que fue mayor en el grupo de las puérperas. Estudio y trabajo no fueron factores diferenciadores entre consumidoras y no consumidoras, teniendo el grupo de consumidoras una ligera mayor proporción de trabajo remunerado. Tanto las puérperas consumidoras como las consumidoras de la Encuesta Nacional tuvieron una baja asistencia a tratamiento por drogas. Esta investigación espera ser un aporte para aumentar el conocimiento nacional y latinoamericano sobre el fenómeno del consumo de sustancias durante el embarazo, de modo de poder servir de fundamento para realizar una investigación nacional o multicéntrica sobre la prevalencia de consumo de mujeres embarazadas y sus características para el desarrollo de políticas públicas de prevención y la oferta de tratamientos más oportunos y adecuados a las necesidades de esta población.Magister en Salud Mental ForenseUniversidad Nacional de La PlataFacultad de Ciencias MédicasFolino, Jorge OscarLeón Mayer, Elizabeth M.2024-04-18info:eu-repo/semantics/masterThesisinfo:eu-repo/semantics/acceptedVersionTesis de maestriahttp://purl.org/coar/resource_type/c_bdccinfo:ar-repo/semantics/tesisDeMaestriaapplication/pdfhttp://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/181088https://doi.org/10.35537/10915/181088spainfo:eu-repo/semantics/openAccesshttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International (CC BY-NC-SA 4.0)reponame:SEDICI (UNLP)instname:Universidad Nacional de La Platainstacron:UNLP2025-09-03T11:21:12Zoai:sedici.unlp.edu.ar:10915/181088Institucionalhttp://sedici.unlp.edu.ar/Universidad públicaNo correspondehttp://sedici.unlp.edu.ar/oai/snrdalira@sedici.unlp.edu.arArgentinaNo correspondeNo correspondeNo correspondeopendoar:13292025-09-03 11:21:12.701SEDICI (UNLP) - Universidad Nacional de La Platafalse |
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El consumo de sustancias durante el embarazo no sólo tiene consecuencias para la mujer(Aros et al., 2006; Moraes Castro et al., 2019; Pereira et al., 2018), sino para el hijo(Buckingham-Howes, Berger, Scaletti, & Black, 2013; Law et al., 2003; Stroud, McCallum, & Salisbury, 2018) producto de este embarazo, por lo que requiere una atención especial desde el punto de vista de salud pública. El consumo de alcohol, tabaco y drogas se asocia con mayor morbilidad(Aros et al., 2006; Diehl, Pillon, dos Santos, & Laranjeira, 2017; Moraes Castro et al., 2019; Pereira et al., 2018) y situaciones de riesgo como sufrir violencia (Devries et al., 2014; Sarkar, 2008). Para el hijo por nacer, se asocia con malformaciones congénitas como en el síndrome alcohólico fetal (Lange et al., 2017; Reid et al., 2015; Wong et al., 2018), alteraciones cognitivas como en espectro del síndrome alcohólico fetal (Lange et al., 2017; Reid et al., 2015), retardo en el crecimiento, alteraciones en el aprendizaje y la conducta como en el consumo de tabaco, cocaína o marihuana(Buckingham-Howes et al., 2013; Forray & Foster, 2015; Godleski, Eiden, Schuetze, Colder, & Huestis, 2016; Moraes Castro et al., 2019). Intervenir en este periodo es de gran importancia de salud pública. Para la mujer, es un periodo de mayor contacto con el sistema sanitario, ya que la mayoría de las mujeres tienen al menos un contacto con el sistema sanitario, por lo tanto, una oportunidad de ofrecer consejería y tratamiento para el consumo de sustancias.(Organización Mundial de la Salud, 2013; SENDA, 2016). Para el hijo, una oportunidad de prevenir o detener los efectos tóxicos de las sustancias sobre su formación y desarrollo, por ejemplo, evitar el consumo antenatal de alcohol es la forma más eficiente de prevenir una de las causas prevenibles de deficiencia intelectual (Organización de las Naciones Unidas, 2015), promover el cuidado cariñoso del niño, así como disminuir el número de separación de hijos y madre con pérdida de custodia(OMS, 2018). Debido a la importancia del problema del consumo de alcohol, tabaco y drogas existen diversas encuestas de consumo en población general en diversos países del mundo que tienen bien establecidas prevalencia y su evolución en el tiempo, incluyendo Chile (Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del consumo de Drogas y Alcohol, 2013). Sin embargo, en estos estudios poblacionales no especifican si las mujeres consumidoras de alcohol, tabaco y drogas están embarazadas o no, a pesar de la importancia del consumo tanto para la mujer como para la descendencia (Boyadjieva & Sarkar, 2010; Chabarria et al., 2016; Forray & Foster, 2015; Law et al., 2003), por lo que estudios en poblaciones específicas de embarazadas son necesarios para determinar los perfiles y necesidades de tratamiento (United Nations Office on Drugs and Crime, 2018; United Nations Oficce on Drugs and Crime, 2016). En Chile desde 1994 se viene realizando una encuesta en población general cada dos años sobre consumo de sustancias (Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes, 1996), en dicho estudio se agrega la población por tramos etarios, sexo y nivel socioeconómico, sin embargo, no se establece si las mujeres en edad fértil entrevistadas están o no embarazadas. En Estados Unidos, el sistema de vigilancia de conductas de riesgo para la salud de Estados Unidos (The Behavioral Risk Factor Surveillance System, BRFSS) que realiza encuestas a 400.000 personas anualmente vía telefónica, preguntado sobre el consumo de alcohol y tabaco incluyendo mujeres embarazadas. El sistema de vigilancia The National Survey on Drug Use and Health (NSDUH), investiga sobre el consumo de alcohol, tabaco y drogas en población general. El Sistema de monitoreo de riesgo en el embarazo, Pregnancy Risk Assessment Monitoring System (PRAMS), averigua sobre el consumo de alcohol y tabaco en el embarazo, también tiene algunas versiones de cuestionarios que indagan sobre consumo de drogas (Department of Health & Services Centers for Disease Control, 2012). Existen numerosos estudios que investigan de diferente manera la prevalencia del consumo de alcohol y drogas durante el embarazo, factores asociados (López, Filippetti, & Cremonte, 2015; Peña, Jeanette. Matute, 2010; Tedgård & Råstam, 2016). Entre los factores asociados destaca la violencia de pareja o en la familia (Barnett et al., 2019), consumo en la pareja (SENDA, 2016), mayor riesgo de adquirir enfermedades de trasmisión sexual, incluyendo VIH (Organización Mundial de la Salud, 2010), conocimiento de los efectos del consumo en el feto o percepción de riesgo (López-Pinto, 2018; Pérez Franco & Raffo, 2015), acceso a tratamiento (SENDA, 2016; United Nations Office on Drugs and Crime, 2018; World Health Organzation, 2014). La mayoría de los estudios sobre consumo en el embarazo se basan en encuesta a embarazadas o puérperas, algunos incluyen medición de metabolitos de drogas en meconio como medida adicional cuando las mujeres han negado consumo durante este periodo (Lester et al., 2001), considerando la alta censura social que puede haber hacia las embarazadas que consumen , otros retrospectivamente indagan en registros médicos a partir de recién nacidos internados en unidades de neonatología (Cubillos, 2016; Mena R, Navarrete M, Corvalán V, & Bedregal G, 2000). En Chile existen pocas investigaciones sobre el tema, una de ellas es la de Pérez-Franco y Raffo en 2015 que indaga en puérperas hospitalizadas en una maternidad de un hospital de la ciudad de Santiago (capital del país) sobre el consumo de alcohol, tabaco y drogas durante el embarazo, además de la percepción de ellas sobre los efectos en el feto. La presente investigación describe la prevalencia de consumo de tabaco, alcohol, marihuana, pasta base cocaína y cocaína durante el último año (incluye los tres meses previos al embarazo) y de vida en puérperas recientes hospitalizadas en el hospital público de Viña del Mar, Región de Valparaíso, mediante encuesta anónima, encontrando que la mayor prevalencia de consumo fue la del alcohol con 85,8%; seguida por el consumo de tabaco con 67,9%; y luego por el consumo de marihuana con 49,1%. En cuarto lugar, con una prevalencia de vida mucho menor, se encuentra cocaína con 7,5% y en quinto lugar la pasta base cocaína con el 0,8%. Las prevalencias son similares a las encontradas en las mujeres del mismo rango etario del Décimo Segundo Estudio Nacional de Drogas en Población General de Chile” (2016), tanto a nivel comunal como regional. En cuanto a las prevalencias del último año para el consumo de las sustancias estudiadas, casi un tercio de la muestra registró haber consumido alcohol en el último año (32,2%), mientras que poco menos de un cuarto indicó haber consumido tabaco en el mismo periodo (23,4%). Para marihuana el porcentaje alcanzó el 10,1% y una mínima parte de la muestra afirmó haber consumido cocaína en el último año (0,5%), mientras que ninguna puérpera reportó haber consumido pasta base cocaína en el último año. Respecto de la distribución del consumo durante el embarazo se pudo observar los siguientes los siguientes resultados: Respecto del consumo de alcohol que la sexta parte afirmó haber consumido en el primer trimestre (16,5%), en menor medida durante el tercer trimestre (2,7%) y en el segundo trimestre (1,3%). En cuanto a las consumidoras de tabaco del último año la distribución se concentra principalmente en el primer trimestre del embarazo, alcanzando un sexto de la muestra total (17,3%); una mínima cantidad afirma haber consumido durante el segundo y el tercer trimestre de embarazo (1,9% en ambos casos). Por su parte, la distribución del consumo de marihuana del último año se observó principalmente en el primer trimestre (5,1% de la muestra) manteniéndose el consumo en el tercer y segundo trimestres, pero alcanzando valores mínimos (1,9% y 0,5% respectivamente). Para consumo de cocaína el último año hubo 2 casos, uno no contestó el momento en que consumió, el otro fue en el periodo antenatal. No hubo reporte de consumo de pasta base cocaína en el último año. En suma, los principales momentos de consumo del último año se encuentran en el primer trimestre y el periodo antenatal. Mediante análisis bivariado se pudo determinar que el consumo de sustancias se asoció con vivir menos en pareja, menor planificación del embarazo, tener un entorno que también consume sustancias, mayor número de medidas judiciales previas en fuero de familia, mayor número de pérdida de custodia y mayor número de causas penales. Sin embargo, no hubo diferencias en el inicio del control antenatal ni del peso del hijo al nacer. Las características sociodemográficas exploradas fueron similares en el grupo de las puérperas de la Maternidad del Hospital Fricke comparadas con las mujeres de la Encuesta Nacional, salvo en la convivencia con la pareja que fue mayor en el grupo de las puérperas. Estudio y trabajo no fueron factores diferenciadores entre consumidoras y no consumidoras, teniendo el grupo de consumidoras una ligera mayor proporción de trabajo remunerado. Tanto las puérperas consumidoras como las consumidoras de la Encuesta Nacional tuvieron una baja asistencia a tratamiento por drogas. Esta investigación espera ser un aporte para aumentar el conocimiento nacional y latinoamericano sobre el fenómeno del consumo de sustancias durante el embarazo, de modo de poder servir de fundamento para realizar una investigación nacional o multicéntrica sobre la prevalencia de consumo de mujeres embarazadas y sus características para el desarrollo de políticas públicas de prevención y la oferta de tratamientos más oportunos y adecuados a las necesidades de esta población. Magister en Salud Mental Forense Universidad Nacional de La Plata Facultad de Ciencias Médicas |
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El consumo de drogas, incluyendo drogas legales como tabaco y alcohol, es un problema mundial (United Nations Office on Drugs and Crime, 2021). Aunque las mujeres consumen menos que los hombres (United Nations Office on Drugs and Crime, 2018), el consumo en ellas es un problema de preocupación de salud pública, ya que ellas cuando consumen desarrollan más rápidamente trastornos por consumo (United Nations Office on Drugs and Crime, 2018), tienen más infecciones por trasmisión sexual y uso de jeringas de segunda mano (Azim, Bontell, & Strathdee, 2015; United Nations Oficce on Drugs and Crime, 2016), sufren más por violencia dentro y fuera de la pareja (Azim et al., 2015; United Nations Office on Drugs and Crime, 2018). Pueden acceder menos a tratamiento que los hombres (United Nations Office on Drugs and Crime, 2018) y requieren tratamientos que cubran sus necesidades especiales (SENDA, 2016; United Nations Oficce on Drugs and Crime, 2016). El consumo de sustancias durante el embarazo no sólo tiene consecuencias para la mujer(Aros et al., 2006; Moraes Castro et al., 2019; Pereira et al., 2018), sino para el hijo(Buckingham-Howes, Berger, Scaletti, & Black, 2013; Law et al., 2003; Stroud, McCallum, & Salisbury, 2018) producto de este embarazo, por lo que requiere una atención especial desde el punto de vista de salud pública. El consumo de alcohol, tabaco y drogas se asocia con mayor morbilidad(Aros et al., 2006; Diehl, Pillon, dos Santos, & Laranjeira, 2017; Moraes Castro et al., 2019; Pereira et al., 2018) y situaciones de riesgo como sufrir violencia (Devries et al., 2014; Sarkar, 2008). Para el hijo por nacer, se asocia con malformaciones congénitas como en el síndrome alcohólico fetal (Lange et al., 2017; Reid et al., 2015; Wong et al., 2018), alteraciones cognitivas como en espectro del síndrome alcohólico fetal (Lange et al., 2017; Reid et al., 2015), retardo en el crecimiento, alteraciones en el aprendizaje y la conducta como en el consumo de tabaco, cocaína o marihuana(Buckingham-Howes et al., 2013; Forray & Foster, 2015; Godleski, Eiden, Schuetze, Colder, & Huestis, 2016; Moraes Castro et al., 2019). Intervenir en este periodo es de gran importancia de salud pública. Para la mujer, es un periodo de mayor contacto con el sistema sanitario, ya que la mayoría de las mujeres tienen al menos un contacto con el sistema sanitario, por lo tanto, una oportunidad de ofrecer consejería y tratamiento para el consumo de sustancias.(Organización Mundial de la Salud, 2013; SENDA, 2016). Para el hijo, una oportunidad de prevenir o detener los efectos tóxicos de las sustancias sobre su formación y desarrollo, por ejemplo, evitar el consumo antenatal de alcohol es la forma más eficiente de prevenir una de las causas prevenibles de deficiencia intelectual (Organización de las Naciones Unidas, 2015), promover el cuidado cariñoso del niño, así como disminuir el número de separación de hijos y madre con pérdida de custodia(OMS, 2018). Debido a la importancia del problema del consumo de alcohol, tabaco y drogas existen diversas encuestas de consumo en población general en diversos países del mundo que tienen bien establecidas prevalencia y su evolución en el tiempo, incluyendo Chile (Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del consumo de Drogas y Alcohol, 2013). Sin embargo, en estos estudios poblacionales no especifican si las mujeres consumidoras de alcohol, tabaco y drogas están embarazadas o no, a pesar de la importancia del consumo tanto para la mujer como para la descendencia (Boyadjieva & Sarkar, 2010; Chabarria et al., 2016; Forray & Foster, 2015; Law et al., 2003), por lo que estudios en poblaciones específicas de embarazadas son necesarios para determinar los perfiles y necesidades de tratamiento (United Nations Office on Drugs and Crime, 2018; United Nations Oficce on Drugs and Crime, 2016). En Chile desde 1994 se viene realizando una encuesta en población general cada dos años sobre consumo de sustancias (Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes, 1996), en dicho estudio se agrega la población por tramos etarios, sexo y nivel socioeconómico, sin embargo, no se establece si las mujeres en edad fértil entrevistadas están o no embarazadas. En Estados Unidos, el sistema de vigilancia de conductas de riesgo para la salud de Estados Unidos (The Behavioral Risk Factor Surveillance System, BRFSS) que realiza encuestas a 400.000 personas anualmente vía telefónica, preguntado sobre el consumo de alcohol y tabaco incluyendo mujeres embarazadas. El sistema de vigilancia The National Survey on Drug Use and Health (NSDUH), investiga sobre el consumo de alcohol, tabaco y drogas en población general. El Sistema de monitoreo de riesgo en el embarazo, Pregnancy Risk Assessment Monitoring System (PRAMS), averigua sobre el consumo de alcohol y tabaco en el embarazo, también tiene algunas versiones de cuestionarios que indagan sobre consumo de drogas (Department of Health & Services Centers for Disease Control, 2012). Existen numerosos estudios que investigan de diferente manera la prevalencia del consumo de alcohol y drogas durante el embarazo, factores asociados (López, Filippetti, & Cremonte, 2015; Peña, Jeanette. Matute, 2010; Tedgård & Råstam, 2016). Entre los factores asociados destaca la violencia de pareja o en la familia (Barnett et al., 2019), consumo en la pareja (SENDA, 2016), mayor riesgo de adquirir enfermedades de trasmisión sexual, incluyendo VIH (Organización Mundial de la Salud, 2010), conocimiento de los efectos del consumo en el feto o percepción de riesgo (López-Pinto, 2018; Pérez Franco & Raffo, 2015), acceso a tratamiento (SENDA, 2016; United Nations Office on Drugs and Crime, 2018; World Health Organzation, 2014). La mayoría de los estudios sobre consumo en el embarazo se basan en encuesta a embarazadas o puérperas, algunos incluyen medición de metabolitos de drogas en meconio como medida adicional cuando las mujeres han negado consumo durante este periodo (Lester et al., 2001), considerando la alta censura social que puede haber hacia las embarazadas que consumen , otros retrospectivamente indagan en registros médicos a partir de recién nacidos internados en unidades de neonatología (Cubillos, 2016; Mena R, Navarrete M, Corvalán V, & Bedregal G, 2000). En Chile existen pocas investigaciones sobre el tema, una de ellas es la de Pérez-Franco y Raffo en 2015 que indaga en puérperas hospitalizadas en una maternidad de un hospital de la ciudad de Santiago (capital del país) sobre el consumo de alcohol, tabaco y drogas durante el embarazo, además de la percepción de ellas sobre los efectos en el feto. La presente investigación describe la prevalencia de consumo de tabaco, alcohol, marihuana, pasta base cocaína y cocaína durante el último año (incluye los tres meses previos al embarazo) y de vida en puérperas recientes hospitalizadas en el hospital público de Viña del Mar, Región de Valparaíso, mediante encuesta anónima, encontrando que la mayor prevalencia de consumo fue la del alcohol con 85,8%; seguida por el consumo de tabaco con 67,9%; y luego por el consumo de marihuana con 49,1%. En cuarto lugar, con una prevalencia de vida mucho menor, se encuentra cocaína con 7,5% y en quinto lugar la pasta base cocaína con el 0,8%. Las prevalencias son similares a las encontradas en las mujeres del mismo rango etario del Décimo Segundo Estudio Nacional de Drogas en Población General de Chile” (2016), tanto a nivel comunal como regional. En cuanto a las prevalencias del último año para el consumo de las sustancias estudiadas, casi un tercio de la muestra registró haber consumido alcohol en el último año (32,2%), mientras que poco menos de un cuarto indicó haber consumido tabaco en el mismo periodo (23,4%). Para marihuana el porcentaje alcanzó el 10,1% y una mínima parte de la muestra afirmó haber consumido cocaína en el último año (0,5%), mientras que ninguna puérpera reportó haber consumido pasta base cocaína en el último año. Respecto de la distribución del consumo durante el embarazo se pudo observar los siguientes los siguientes resultados: Respecto del consumo de alcohol que la sexta parte afirmó haber consumido en el primer trimestre (16,5%), en menor medida durante el tercer trimestre (2,7%) y en el segundo trimestre (1,3%). En cuanto a las consumidoras de tabaco del último año la distribución se concentra principalmente en el primer trimestre del embarazo, alcanzando un sexto de la muestra total (17,3%); una mínima cantidad afirma haber consumido durante el segundo y el tercer trimestre de embarazo (1,9% en ambos casos). Por su parte, la distribución del consumo de marihuana del último año se observó principalmente en el primer trimestre (5,1% de la muestra) manteniéndose el consumo en el tercer y segundo trimestres, pero alcanzando valores mínimos (1,9% y 0,5% respectivamente). Para consumo de cocaína el último año hubo 2 casos, uno no contestó el momento en que consumió, el otro fue en el periodo antenatal. No hubo reporte de consumo de pasta base cocaína en el último año. En suma, los principales momentos de consumo del último año se encuentran en el primer trimestre y el periodo antenatal. Mediante análisis bivariado se pudo determinar que el consumo de sustancias se asoció con vivir menos en pareja, menor planificación del embarazo, tener un entorno que también consume sustancias, mayor número de medidas judiciales previas en fuero de familia, mayor número de pérdida de custodia y mayor número de causas penales. Sin embargo, no hubo diferencias en el inicio del control antenatal ni del peso del hijo al nacer. Las características sociodemográficas exploradas fueron similares en el grupo de las puérperas de la Maternidad del Hospital Fricke comparadas con las mujeres de la Encuesta Nacional, salvo en la convivencia con la pareja que fue mayor en el grupo de las puérperas. Estudio y trabajo no fueron factores diferenciadores entre consumidoras y no consumidoras, teniendo el grupo de consumidoras una ligera mayor proporción de trabajo remunerado. Tanto las puérperas consumidoras como las consumidoras de la Encuesta Nacional tuvieron una baja asistencia a tratamiento por drogas. Esta investigación espera ser un aporte para aumentar el conocimiento nacional y latinoamericano sobre el fenómeno del consumo de sustancias durante el embarazo, de modo de poder servir de fundamento para realizar una investigación nacional o multicéntrica sobre la prevalencia de consumo de mujeres embarazadas y sus características para el desarrollo de políticas públicas de prevención y la oferta de tratamientos más oportunos y adecuados a las necesidades de esta población. |
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