Comedores escolares: su contribución a la inclusión y al rendimiento académico en las escuelas públicas argentinas.

Autores
Adrogué, Cecilia; Orlicki, María Eugenia
Año de publicación
2014
Idioma
español castellano
Tipo de recurso
artículo
Estado
versión aceptada
Descripción
Los programas alimenticios escolares, incluyendo las comidas provistas en la escuela como las viandas para llevar al hogar condicionadas en la asistencia escolar, han tenido renovada atención como un instrumento de política para alcanzar la educación primaria universal, garantizar la inclusión social y la reducción del hambre en los países en desarrollo. Estos programas atraen a los niños a la escuela ya que proveen comidas, idealmente nutritivas, a cambio de su participación en la escuela. El gran atractivo de estos programas es su potencial para mejorar tanto la participación en la escuela, como el aprendizaje y las capacidades cognitivas mediante la provisión de alimentos nutritivos a niños desnutridos, aliviando el hambre y posibilitando una mayor concentración y aprendizaje por parte de los alumnos. Por lo tanto, es esperable que los programas que ofrecen comida nutritiva tengan resultados positivos en cuanto a la participación escolar, el aprendizaje y la condición nutricional de los niños. Sin embargo, la dimensión de estos efectos puede ser muy dispar. En Argentina, tras el proceso de descentralización educativa que comenzó en 1978 y finalizó en 1991, cada provincia es responsable de su programa de comedores escolares mientras que el estado nacional continuó aportando fondos a las provincias para la financiación del mismo. En este contexto existe una amplia variedad en las formas en las que el programa se desarrolla: i) se realizan transferencias directamente a las escuelas, donde los maestros, cocineros y otros miembros deciden el menú diario y realizan las compras necesarias -que son los más frecuentes-; ii) las provincias o municipalidades compran los alimentos y luego los distribuyen a las escuelas, donde se preparan las comidas; iii) algunas organizaciones compran, preparan y distribuyen la comida; iv) se contrata directamente a unas empresas especializadas (catering). A su vez, los comedores escolares en Argentina comparten las siguientes características: no existe un marco legal que fije estándares mínimos de calorías o nutrientes diarios por persona, los menús son monótonos y proveen una alimentación similar a la que los alumnos reciben en sus hogares, en lugar de complementar los déficits que pudieran tener; por último, se concentran principalmente en el almuerzo, sólo algunos proveen desayuno. La principal fuente de información de este trabajo es el Operativo Nacional de Evaluación Educativa (ONEE) correspondiente a los años 1997, 1999 y 2000, llevado a cabo por el Ministerio de Educación de la Nación que consiste para cada escuela en encuestas a los directores y maestros así como pruebas y encuestas a los alumnos. En base a dichas encuestas hemos construido una base de datos original, utilizando como unidad de medida a las escuelas; donde cada observación de la base representa una escuela en un año en particular y sus características en ese momento. Esta base nos permite analizar cuál es la proporción de niños que participan del programa, cuál es su distribución regional y socioeconómica y avanzar sobre algunos impactos del programa. En primer lugar, los resultados muestran que la participación promedio en 1997 en el programa de comedores escolares de las escuelas encuestadas era del 30%, variando sustancialmente entre regiones, con una participación en el programa de comedores superior a 70% en Misiones y Formosa e inferior a 7% en San Juan, San Luis y Tierra del Fuego. En 1999 y 2000, se observa un incremento en casi todas las jurisdicciones, y en la mayoría de los casos, más que duplicándose la proporción existente en 1997. En segundo lugar, cuando se presentan los resultados de esta participación según el nivel socioeconómico de los alumnos, los rendimientos promedio en matemática y lengua en las pruebas estandarizadas y el nivel de deserción de la escuela puede observarse que los comedores escolares están situados en las escuelas que tienen menor nivel socioeconómico, peores rendimientos en lengua y matemática y mayor deserción. De esta forma, en base a los datos presentados en el trabajo, se puede afirmar que los programas están efectivamente localizados en las escuelas más desfavorecidas, es decir en aquellas donde los alumnos presentan el nivel socioeconómico más bajo y aquellas con los peores resultados académicos. También en este trabajo se estima el efecto del programa de comedores escolares sobre el rendimiento académico –medido a través de test estandarizados- y la deserción con un modelo de diferencias en diferencias que explota el cambio en el tiempo de la oferta del programa durante los últimos años de la década del noventa. Una de las principales conclusiones halladas es que la presencia de los comedores escolares mejora el rendimiento escolar en las pruebas de lengua, mientras que no afecta el rendimiento escolar en matemática y la deserción. En particular, las estimaciones implican que la participación en el programa incrementa el rendimiento medio de esas pruebas en un 3,5%. Finalmente, consideramos que resulta un buen comienzo que los comedores escolares estén ubicados en las escuelas donde los niños más pobres asisten fortaleciendo su inclusión social. Como no se registra un incremento en todas las pruebas estandarizadas ni en la deserción, este trabajo sugiere la necesidad de rever el contenido nutricional de las comidas servidas en los comedores escolares en orden de compensar el déficit que los niños traen de sus casas y el desafío de profundizar sobre las distintas experiencias positivas; de manera tal de encontrar la forma y financiación más apropiada para los comedores escolares según cada provincia, municipio y escuela.
Fil: Orlicki, María Eugenia. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad de San Andrés; Argentina
Fil: Adrogué, Cecilia. Universidad de San Andrés; Argentina
Materia
Inclusión social
Argentina
Comedores escolares
Rendimiento escolar
Educación
Nivel de accesibilidad
acceso abierto
Condiciones de uso
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/
Repositorio
RIDAA (UNICEN)
Institución
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
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El gran atractivo de estos programas es su potencial para mejorar tanto la participación en la escuela, como el aprendizaje y las capacidades cognitivas mediante la provisión de alimentos nutritivos a niños desnutridos, aliviando el hambre y posibilitando una mayor concentración y aprendizaje por parte de los alumnos. Por lo tanto, es esperable que los programas que ofrecen comida nutritiva tengan resultados positivos en cuanto a la participación escolar, el aprendizaje y la condición nutricional de los niños. Sin embargo, la dimensión de estos efectos puede ser muy dispar. En Argentina, tras el proceso de descentralización educativa que comenzó en 1978 y finalizó en 1991, cada provincia es responsable de su programa de comedores escolares mientras que el estado nacional continuó aportando fondos a las provincias para la financiación del mismo. En este contexto existe una amplia variedad en las formas en las que el programa se desarrolla: i) se realizan transferencias directamente a las escuelas, donde los maestros, cocineros y otros miembros deciden el menú diario y realizan las compras necesarias -que son los más frecuentes-; ii) las provincias o municipalidades compran los alimentos y luego los distribuyen a las escuelas, donde se preparan las comidas; iii) algunas organizaciones compran, preparan y distribuyen la comida; iv) se contrata directamente a unas empresas especializadas (catering). A su vez, los comedores escolares en Argentina comparten las siguientes características: no existe un marco legal que fije estándares mínimos de calorías o nutrientes diarios por persona, los menús son monótonos y proveen una alimentación similar a la que los alumnos reciben en sus hogares, en lugar de complementar los déficits que pudieran tener; por último, se concentran principalmente en el almuerzo, sólo algunos proveen desayuno. La principal fuente de información de este trabajo es el Operativo Nacional de Evaluación Educativa (ONEE) correspondiente a los años 1997, 1999 y 2000, llevado a cabo por el Ministerio de Educación de la Nación que consiste para cada escuela en encuestas a los directores y maestros así como pruebas y encuestas a los alumnos. En base a dichas encuestas hemos construido una base de datos original, utilizando como unidad de medida a las escuelas; donde cada observación de la base representa una escuela en un año en particular y sus características en ese momento. Esta base nos permite analizar cuál es la proporción de niños que participan del programa, cuál es su distribución regional y socioeconómica y avanzar sobre algunos impactos del programa. En primer lugar, los resultados muestran que la participación promedio en 1997 en el programa de comedores escolares de las escuelas encuestadas era del 30%, variando sustancialmente entre regiones, con una participación en el programa de comedores superior a 70% en Misiones y Formosa e inferior a 7% en San Juan, San Luis y Tierra del Fuego. En 1999 y 2000, se observa un incremento en casi todas las jurisdicciones, y en la mayoría de los casos, más que duplicándose la proporción existente en 1997. En segundo lugar, cuando se presentan los resultados de esta participación según el nivel socioeconómico de los alumnos, los rendimientos promedio en matemática y lengua en las pruebas estandarizadas y el nivel de deserción de la escuela puede observarse que los comedores escolares están situados en las escuelas que tienen menor nivel socioeconómico, peores rendimientos en lengua y matemática y mayor deserción. De esta forma, en base a los datos presentados en el trabajo, se puede afirmar que los programas están efectivamente localizados en las escuelas más desfavorecidas, es decir en aquellas donde los alumnos presentan el nivel socioeconómico más bajo y aquellas con los peores resultados académicos. También en este trabajo se estima el efecto del programa de comedores escolares sobre el rendimiento académico –medido a través de test estandarizados- y la deserción con un modelo de diferencias en diferencias que explota el cambio en el tiempo de la oferta del programa durante los últimos años de la década del noventa. Una de las principales conclusiones halladas es que la presencia de los comedores escolares mejora el rendimiento escolar en las pruebas de lengua, mientras que no afecta el rendimiento escolar en matemática y la deserción. En particular, las estimaciones implican que la participación en el programa incrementa el rendimiento medio de esas pruebas en un 3,5%. Finalmente, consideramos que resulta un buen comienzo que los comedores escolares estén ubicados en las escuelas donde los niños más pobres asisten fortaleciendo su inclusión social. Como no se registra un incremento en todas las pruebas estandarizadas ni en la deserción, este trabajo sugiere la necesidad de rever el contenido nutricional de las comidas servidas en los comedores escolares en orden de compensar el déficit que los niños traen de sus casas y el desafío de profundizar sobre las distintas experiencias positivas; de manera tal de encontrar la forma y financiación más apropiada para los comedores escolares según cada provincia, municipio y escuela.Fil: Orlicki, María Eugenia. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad de San Andrés; ArgentinaFil: Adrogué, Cecilia. Universidad de San Andrés; ArgentinaUniversidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Humanas. Núcleo de Estudios Educacionales y Sociales (NEES)2014-102015-12-04T19:32:50Z2015-12-04T19:32:50Zinfo:eu-repo/semantics/articleinfo:eu-repo/semantics/acceptedVersionhttp://purl.org/coar/resource_type/c_6501info:ar-repo/semantics/articuloapplication/pdfapplication/pdfhttp://www.ridaa.unicen.edu.ar/xmlui/handle/123456789/106https://www.ridaa.unicen.edu.ar/handle/123456789/106spa978-950-658-358-3http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/info:eu-repo/semantics/openAccessreponame:RIDAA (UNICEN)instname:Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires2025-09-29T13:41:13Zoai:ridaa.unicen.edu.ar:123456789/106instacron:UNICENInstitucionalhttps://www.ridaa.unicen.edu.ar/Universidad públicaNo correspondehttps://www.ridaa.unicen.edu.ar/oailleiboff@rec.unicen.edu.ar;gimeroni@rec.unicen.edu.ar;lvarela@rec.unicen.edu.ar ;ArgentinaNo correspondeNo correspondeNo correspondeopendoar:a2025-09-29 13:41:13.336RIDAA (UNICEN) - Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Airesfalse
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Por lo tanto, es esperable que los programas que ofrecen comida nutritiva tengan resultados positivos en cuanto a la participación escolar, el aprendizaje y la condición nutricional de los niños. Sin embargo, la dimensión de estos efectos puede ser muy dispar. En Argentina, tras el proceso de descentralización educativa que comenzó en 1978 y finalizó en 1991, cada provincia es responsable de su programa de comedores escolares mientras que el estado nacional continuó aportando fondos a las provincias para la financiación del mismo. En este contexto existe una amplia variedad en las formas en las que el programa se desarrolla: i) se realizan transferencias directamente a las escuelas, donde los maestros, cocineros y otros miembros deciden el menú diario y realizan las compras necesarias -que son los más frecuentes-; ii) las provincias o municipalidades compran los alimentos y luego los distribuyen a las escuelas, donde se preparan las comidas; iii) algunas organizaciones compran, preparan y distribuyen la comida; iv) se contrata directamente a unas empresas especializadas (catering). A su vez, los comedores escolares en Argentina comparten las siguientes características: no existe un marco legal que fije estándares mínimos de calorías o nutrientes diarios por persona, los menús son monótonos y proveen una alimentación similar a la que los alumnos reciben en sus hogares, en lugar de complementar los déficits que pudieran tener; por último, se concentran principalmente en el almuerzo, sólo algunos proveen desayuno. La principal fuente de información de este trabajo es el Operativo Nacional de Evaluación Educativa (ONEE) correspondiente a los años 1997, 1999 y 2000, llevado a cabo por el Ministerio de Educación de la Nación que consiste para cada escuela en encuestas a los directores y maestros así como pruebas y encuestas a los alumnos. En base a dichas encuestas hemos construido una base de datos original, utilizando como unidad de medida a las escuelas; donde cada observación de la base representa una escuela en un año en particular y sus características en ese momento. Esta base nos permite analizar cuál es la proporción de niños que participan del programa, cuál es su distribución regional y socioeconómica y avanzar sobre algunos impactos del programa. En primer lugar, los resultados muestran que la participación promedio en 1997 en el programa de comedores escolares de las escuelas encuestadas era del 30%, variando sustancialmente entre regiones, con una participación en el programa de comedores superior a 70% en Misiones y Formosa e inferior a 7% en San Juan, San Luis y Tierra del Fuego. En 1999 y 2000, se observa un incremento en casi todas las jurisdicciones, y en la mayoría de los casos, más que duplicándose la proporción existente en 1997. En segundo lugar, cuando se presentan los resultados de esta participación según el nivel socioeconómico de los alumnos, los rendimientos promedio en matemática y lengua en las pruebas estandarizadas y el nivel de deserción de la escuela puede observarse que los comedores escolares están situados en las escuelas que tienen menor nivel socioeconómico, peores rendimientos en lengua y matemática y mayor deserción. De esta forma, en base a los datos presentados en el trabajo, se puede afirmar que los programas están efectivamente localizados en las escuelas más desfavorecidas, es decir en aquellas donde los alumnos presentan el nivel socioeconómico más bajo y aquellas con los peores resultados académicos. También en este trabajo se estima el efecto del programa de comedores escolares sobre el rendimiento académico –medido a través de test estandarizados- y la deserción con un modelo de diferencias en diferencias que explota el cambio en el tiempo de la oferta del programa durante los últimos años de la década del noventa. Una de las principales conclusiones halladas es que la presencia de los comedores escolares mejora el rendimiento escolar en las pruebas de lengua, mientras que no afecta el rendimiento escolar en matemática y la deserción. En particular, las estimaciones implican que la participación en el programa incrementa el rendimiento medio de esas pruebas en un 3,5%. Finalmente, consideramos que resulta un buen comienzo que los comedores escolares estén ubicados en las escuelas donde los niños más pobres asisten fortaleciendo su inclusión social. Como no se registra un incremento en todas las pruebas estandarizadas ni en la deserción, este trabajo sugiere la necesidad de rever el contenido nutricional de las comidas servidas en los comedores escolares en orden de compensar el déficit que los niños traen de sus casas y el desafío de profundizar sobre las distintas experiencias positivas; de manera tal de encontrar la forma y financiación más apropiada para los comedores escolares según cada provincia, municipio y escuela.
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Por lo tanto, es esperable que los programas que ofrecen comida nutritiva tengan resultados positivos en cuanto a la participación escolar, el aprendizaje y la condición nutricional de los niños. Sin embargo, la dimensión de estos efectos puede ser muy dispar. En Argentina, tras el proceso de descentralización educativa que comenzó en 1978 y finalizó en 1991, cada provincia es responsable de su programa de comedores escolares mientras que el estado nacional continuó aportando fondos a las provincias para la financiación del mismo. En este contexto existe una amplia variedad en las formas en las que el programa se desarrolla: i) se realizan transferencias directamente a las escuelas, donde los maestros, cocineros y otros miembros deciden el menú diario y realizan las compras necesarias -que son los más frecuentes-; ii) las provincias o municipalidades compran los alimentos y luego los distribuyen a las escuelas, donde se preparan las comidas; iii) algunas organizaciones compran, preparan y distribuyen la comida; iv) se contrata directamente a unas empresas especializadas (catering). A su vez, los comedores escolares en Argentina comparten las siguientes características: no existe un marco legal que fije estándares mínimos de calorías o nutrientes diarios por persona, los menús son monótonos y proveen una alimentación similar a la que los alumnos reciben en sus hogares, en lugar de complementar los déficits que pudieran tener; por último, se concentran principalmente en el almuerzo, sólo algunos proveen desayuno. La principal fuente de información de este trabajo es el Operativo Nacional de Evaluación Educativa (ONEE) correspondiente a los años 1997, 1999 y 2000, llevado a cabo por el Ministerio de Educación de la Nación que consiste para cada escuela en encuestas a los directores y maestros así como pruebas y encuestas a los alumnos. En base a dichas encuestas hemos construido una base de datos original, utilizando como unidad de medida a las escuelas; donde cada observación de la base representa una escuela en un año en particular y sus características en ese momento. Esta base nos permite analizar cuál es la proporción de niños que participan del programa, cuál es su distribución regional y socioeconómica y avanzar sobre algunos impactos del programa. En primer lugar, los resultados muestran que la participación promedio en 1997 en el programa de comedores escolares de las escuelas encuestadas era del 30%, variando sustancialmente entre regiones, con una participación en el programa de comedores superior a 70% en Misiones y Formosa e inferior a 7% en San Juan, San Luis y Tierra del Fuego. En 1999 y 2000, se observa un incremento en casi todas las jurisdicciones, y en la mayoría de los casos, más que duplicándose la proporción existente en 1997. En segundo lugar, cuando se presentan los resultados de esta participación según el nivel socioeconómico de los alumnos, los rendimientos promedio en matemática y lengua en las pruebas estandarizadas y el nivel de deserción de la escuela puede observarse que los comedores escolares están situados en las escuelas que tienen menor nivel socioeconómico, peores rendimientos en lengua y matemática y mayor deserción. De esta forma, en base a los datos presentados en el trabajo, se puede afirmar que los programas están efectivamente localizados en las escuelas más desfavorecidas, es decir en aquellas donde los alumnos presentan el nivel socioeconómico más bajo y aquellas con los peores resultados académicos. También en este trabajo se estima el efecto del programa de comedores escolares sobre el rendimiento académico –medido a través de test estandarizados- y la deserción con un modelo de diferencias en diferencias que explota el cambio en el tiempo de la oferta del programa durante los últimos años de la década del noventa. Una de las principales conclusiones halladas es que la presencia de los comedores escolares mejora el rendimiento escolar en las pruebas de lengua, mientras que no afecta el rendimiento escolar en matemática y la deserción. En particular, las estimaciones implican que la participación en el programa incrementa el rendimiento medio de esas pruebas en un 3,5%. Finalmente, consideramos que resulta un buen comienzo que los comedores escolares estén ubicados en las escuelas donde los niños más pobres asisten fortaleciendo su inclusión social. Como no se registra un incremento en todas las pruebas estandarizadas ni en la deserción, este trabajo sugiere la necesidad de rever el contenido nutricional de las comidas servidas en los comedores escolares en orden de compensar el déficit que los niños traen de sus casas y el desafío de profundizar sobre las distintas experiencias positivas; de manera tal de encontrar la forma y financiación más apropiada para los comedores escolares según cada provincia, municipio y escuela.
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