Argentina bimonetaria: cómo salvar al peso sin morir en el intento
- Autores
- Libman, Emiliano; Ianni, Juan Martin; Zack, Guido
- Año de publicación
- 2023
- Idioma
- español castellano
- Tipo de recurso
- documento de trabajo
- Estado
- versión aceptada
- Descripción
- Las tres funciones de una moneda son unidad de cuenta, medio de pago y reserva de valor. Una moneda funciona como unidad de cuenta cuando los precios de una economía se miden en cantidades de dicha moneda; como medio de pago, cuando sirve para intercambiarse por bienes y servicios; y como reserva de valor, cuando preserva el poder adquisitivo en el tiempo. El bimonetarismo o dolarización1 es el término que describe la utilización de una moneda diferente a la local para, al menos, alguna de esas tres funciones. En nuestra región, ejemplos de esto son la compra-venta o fijación del precio en dólares de los inmuebles en Argentina o la denominación de los depósitos y los préstamos en dólares en Uruguay. En el extremo, Ecuador tomó la decisión de eliminar la moneda nacional y adoptar el dólar como moneda de curso legal. El bimonetarismo suele ser, entonces, la respuesta a fenómenos que deterioran la calidad de la moneda nacional –como la inflación, fuertes variaciones en el tipo de cambio, cesación de pago o reestructuración de la deuda pública y/o congelamiento de depósitos bancarios, entre otros–. Estos eventos castigan el uso de la moneda nacional, erosionando su poder de compra y ofreciendo rendimientos esperados en pesos menos atractivos que los que se obtienen comprando dólares (Corso, 2021). Asimismo, la frecuencia de estos eventos moldea la percepción de quienes ahorran, ya que induce a ahorrar en dólares, aún en contextos donde hacerlo en moneda nacional es más rentable (Corso y Sangiácomo, 2023). En Argentina, a lo largo de las últimas décadas, hubo varios eventos de este tipo. En 2001 se congelaron los depósitos en dólares y se los pesificaron a un tipo de cambio menor al del mercado. También se incurrió en una cesación de los pagos de la deuda pública. La reestructuración de 2005 se realizó en buena parte con títulos en pesos ajustados por inflación. Pero la intervención del INDEC y la destrucción de las estadísticas públicas desde 2007 volvieron a penalizar a quienes apostaron por los bonos en moneda local. Más allá de estos puntuales, pero muy frecuentes eventos, el gráfico 1 ilustra la rentabilidad relativa acumulada de invertir en plazos fijos en pesos argentinos contra la compra de dólares. Por ejemplo, si se depositaban pesos a plazo fijo en abril de 1991 (iniciada la convertibilidad), a octubre de 1998 se hubiese ganado el doble que apostando al dólar. Con la devaluación del peso –asociada al abandono del 1 a 1– fue mejor negocio haber comprado dólares. Desde 2001 y hasta fines de 2011, apostar al peso volvió a ser más redituable, pero desde entonces el dólar viene siendo una mejor alternativa de inversión.
- Materia
-
Desarrollo Económico
Argentina - Nivel de accesibilidad
- acceso abierto
- Condiciones de uso
- Licencia Creative Commons Atribución-Sin Derivados 4.0 Internacional (CC BY-ND 4.0)
- Repositorio
- Institución
- Centro de Estudios de Estado y Sociedad
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Las tres funciones de una moneda son unidad de cuenta, medio de pago y reserva de valor. Una moneda funciona como unidad de cuenta cuando los precios de una economía se miden en cantidades de dicha moneda; como medio de pago, cuando sirve para intercambiarse por bienes y servicios; y como reserva de valor, cuando preserva el poder adquisitivo en el tiempo. El bimonetarismo o dolarización1 es el término que describe la utilización de una moneda diferente a la local para, al menos, alguna de esas tres funciones. En nuestra región, ejemplos de esto son la compra-venta o fijación del precio en dólares de los inmuebles en Argentina o la denominación de los depósitos y los préstamos en dólares en Uruguay. En el extremo, Ecuador tomó la decisión de eliminar la moneda nacional y adoptar el dólar como moneda de curso legal. El bimonetarismo suele ser, entonces, la respuesta a fenómenos que deterioran la calidad de la moneda nacional –como la inflación, fuertes variaciones en el tipo de cambio, cesación de pago o reestructuración de la deuda pública y/o congelamiento de depósitos bancarios, entre otros–. Estos eventos castigan el uso de la moneda nacional, erosionando su poder de compra y ofreciendo rendimientos esperados en pesos menos atractivos que los que se obtienen comprando dólares (Corso, 2021). Asimismo, la frecuencia de estos eventos moldea la percepción de quienes ahorran, ya que induce a ahorrar en dólares, aún en contextos donde hacerlo en moneda nacional es más rentable (Corso y Sangiácomo, 2023). En Argentina, a lo largo de las últimas décadas, hubo varios eventos de este tipo. En 2001 se congelaron los depósitos en dólares y se los pesificaron a un tipo de cambio menor al del mercado. También se incurrió en una cesación de los pagos de la deuda pública. La reestructuración de 2005 se realizó en buena parte con títulos en pesos ajustados por inflación. Pero la intervención del INDEC y la destrucción de las estadísticas públicas desde 2007 volvieron a penalizar a quienes apostaron por los bonos en moneda local. Más allá de estos puntuales, pero muy frecuentes eventos, el gráfico 1 ilustra la rentabilidad relativa acumulada de invertir en plazos fijos en pesos argentinos contra la compra de dólares. Por ejemplo, si se depositaban pesos a plazo fijo en abril de 1991 (iniciada la convertibilidad), a octubre de 1998 se hubiese ganado el doble que apostando al dólar. Con la devaluación del peso –asociada al abandono del 1 a 1– fue mejor negocio haber comprado dólares. Desde 2001 y hasta fines de 2011, apostar al peso volvió a ser más redituable, pero desde entonces el dólar viene siendo una mejor alternativa de inversión. |
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