El abordaje de la producción pedagógica en el espacio de la práctica

Autores
Márquez, Fabiana Alejandra
Año de publicación
2014
Idioma
español castellano
Tipo de recurso
artículo
Estado
versión aceptada
Descripción
La producción pedagógica en el espacio de la práctica en los institutos de formación docente no presume en sí un objeto final acabado, más bien reside en un proceso espiralado facilitando la amplitud en la transformación de las miradas y posibilitando nuevos horizontes. En la producción pedagógica se da una convergencia de saberes que no deben descartarse ente sí, sino más bien sumarse. Es importante poder salirnos del centro deconstruyendo la lógica imperante que nos atraviesa: la lógica del uno; habrá que inventar una nueva manera de poder conocer y trasmitir, y pensar sin adherirnos a las recetas, porque las recetan generalizan. Es en esa búsqueda, que pensamos otras interpretaciones posibles. Pensar en situación (singularidad) antes que naturalizar la universalización de las experiencias. ¿Qué herramientas de esa teoría sirven para una situación en particular? No interesa el método sino la metodología que estoy usando y, fundamentando el porqué y es en ese acontecer que no sé qué me va a pasar o que huellas puedo dejar. Los acontecimientos son singularidades irreductibles “fuera de ley” de las situaciones. Tal como lo enseña Badiou entonces; ¿Por qué no pensar como acontecimiento el espacio de la práctica? Porque cuando ocurre “el acontecimiento”; lo que acontece produce una trasformación. El acontecimiento nos exige pensar en la diferencia, no puedo prever cómo va ser el espacio de la práctica pero sí impulsar a que sea un espacio diferente. Poder descolonizar el pensamiento, saliendo del posicionamiento absoluto, creando así nuevos territorios existenciales, fundando otros espacios, encontrarnos con otros en la búsqueda y en la construcción de nuevos dispositivos. Sabemos que nos adentramos a una situación compleja, porque toda situación tiene varias líneas que van y vienen como la trama de un entretejido. Pensar - conocer, el pensamiento moderno desdibujó esta concepción llevando a igualar el conocer y pensar como nuestro modo de aprehender. El conocer nos remite a la posibilidad de acceder a una nueva información, las herramientas utilizadas para apropiarse del conocimiento no son las mismas que las que utilizamos para el pensar, porque éstas nos permiten crear. El pensamiento; algo que desde una exterioridad nos fuerza a pensar, por corrernos de ese lugar así nos encontramos con propuestas, pensar nos permite corrernos de la barrera del conocer. Pensar ¿pará qué? Es un desafío para que el presente no sea igual al pasado, crear algo diferente y autorizarme para vivirlo diferente. Esto tiene que ver con la experiencia (Larrosa, 2003) Aportar a la acción y a la transformación. En la tarea educativa es necesario repensar los espacios de la práctica, deberíamos comenzar a desmenuzar que hay en esos espacios, como nos interpela la diferencia, el entusiasmo con el que llevamos adelante la actividad, sabiendo que nos agitamos hacia una tarea compleja. Ahora bien ¿la experiencia será narrable? Las experiencias son narrables. No es actividad, no es proyecto, es lo que no afectó y nos cambió. Jorge Larrosa habla de la crisis del pensar, del desencanto, en un escrito sobre la universidad en Barcelona. Algo que “hierve poco”, que no termina de terminar ahí. Una experiencia, en cambio, te toca y te tumba. Preguntarnos: ¿cuáles fueron mis experiencias? Son como hitos: antes y después de. La propuesta es acercarnos lo más próximo que podamos a la experiencia, a aquello que nos afectó y a partir de lo cual ya no miro más del mismo modo, porque entendí algo que antes no, algo que tenía percibido pero no lo había registrado así: el modo, el insight, el descubrimiento, la dificultad. Uno no puede significar la experiencia en el instante. Te das cuenta después que eso implicó una experiencia. Ha pasado cierto tiempo. Entonces, no es sólo lo que pasó sino lo que uno significa, el sentido que uno le pone, sentido que también cambia con el tiempo. La experiencia perdura y trabaja cuando uno la deja trabajar y le da la bienvenida. Y éste es el gesto pedagógico por excelencia: el recibir, el registrar la llegada del otro, el gesto de hospitalidad que le dice al otro que es bien recibido. Hay una preparación para el encuentro: uno se prepara, es un cómo hacerle un espacio en el propio mundo, un hueco para encontrarse con el otro. Y esto no está en el objeto real sino en la posibilidad simbólica de los pequeños gestos de la vida cotidiana. Pero también es necesario que uno tenga ganas y que el grupo no lo ponga como una condición. Es un plus, es un don. Hay estudios (centrados en varias instituciones) sobre esto y mucha reflexión teórica. Son gestos que no crean dependencia. Son gestos que dan cuenta de una disponibilidad.
Fil: Márquez, Fabiana Alejandra. Ministerio de Educación de Santa Fe; Argentina
Materia
Educación
Enseñanza superior
Prácticas pedagógicas
Institutos de Formación Docente
Producción pedagógica
Pedagogía
Nivel de accesibilidad
acceso abierto
Condiciones de uso
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/
Repositorio
RIDAA (UNICEN)
Institución
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
OAI Identificador
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Pensar en situación (singularidad) antes que naturalizar la universalización de las experiencias. ¿Qué herramientas de esa teoría sirven para una situación en particular? No interesa el método sino la metodología que estoy usando y, fundamentando el porqué y es en ese acontecer que no sé qué me va a pasar o que huellas puedo dejar. Los acontecimientos son singularidades irreductibles “fuera de ley” de las situaciones. Tal como lo enseña Badiou entonces; ¿Por qué no pensar como acontecimiento el espacio de la práctica? Porque cuando ocurre “el acontecimiento”; lo que acontece produce una trasformación. El acontecimiento nos exige pensar en la diferencia, no puedo prever cómo va ser el espacio de la práctica pero sí impulsar a que sea un espacio diferente. Poder descolonizar el pensamiento, saliendo del posicionamiento absoluto, creando así nuevos territorios existenciales, fundando otros espacios, encontrarnos con otros en la búsqueda y en la construcción de nuevos dispositivos. Sabemos que nos adentramos a una situación compleja, porque toda situación tiene varias líneas que van y vienen como la trama de un entretejido. Pensar - conocer, el pensamiento moderno desdibujó esta concepción llevando a igualar el conocer y pensar como nuestro modo de aprehender. El conocer nos remite a la posibilidad de acceder a una nueva información, las herramientas utilizadas para apropiarse del conocimiento no son las mismas que las que utilizamos para el pensar, porque éstas nos permiten crear. El pensamiento; algo que desde una exterioridad nos fuerza a pensar, por corrernos de ese lugar así nos encontramos con propuestas, pensar nos permite corrernos de la barrera del conocer. Pensar ¿pará qué? Es un desafío para que el presente no sea igual al pasado, crear algo diferente y autorizarme para vivirlo diferente. Esto tiene que ver con la experiencia (Larrosa, 2003) Aportar a la acción y a la transformación. En la tarea educativa es necesario repensar los espacios de la práctica, deberíamos comenzar a desmenuzar que hay en esos espacios, como nos interpela la diferencia, el entusiasmo con el que llevamos adelante la actividad, sabiendo que nos agitamos hacia una tarea compleja. Ahora bien ¿la experiencia será narrable? Las experiencias son narrables. No es actividad, no es proyecto, es lo que no afectó y nos cambió. Jorge Larrosa habla de la crisis del pensar, del desencanto, en un escrito sobre la universidad en Barcelona. Algo que “hierve poco”, que no termina de terminar ahí. Una experiencia, en cambio, te toca y te tumba. Preguntarnos: ¿cuáles fueron mis experiencias? Son como hitos: antes y después de. La propuesta es acercarnos lo más próximo que podamos a la experiencia, a aquello que nos afectó y a partir de lo cual ya no miro más del mismo modo, porque entendí algo que antes no, algo que tenía percibido pero no lo había registrado así: el modo, el insight, el descubrimiento, la dificultad. Uno no puede significar la experiencia en el instante. Te das cuenta después que eso implicó una experiencia. Ha pasado cierto tiempo. Entonces, no es sólo lo que pasó sino lo que uno significa, el sentido que uno le pone, sentido que también cambia con el tiempo. La experiencia perdura y trabaja cuando uno la deja trabajar y le da la bienvenida. Y éste es el gesto pedagógico por excelencia: el recibir, el registrar la llegada del otro, el gesto de hospitalidad que le dice al otro que es bien recibido. Hay una preparación para el encuentro: uno se prepara, es un cómo hacerle un espacio en el propio mundo, un hueco para encontrarse con el otro. Y esto no está en el objeto real sino en la posibilidad simbólica de los pequeños gestos de la vida cotidiana. Pero también es necesario que uno tenga ganas y que el grupo no lo ponga como una condición. Es un plus, es un don. Hay estudios (centrados en varias instituciones) sobre esto y mucha reflexión teórica. Son gestos que no crean dependencia. Son gestos que dan cuenta de una disponibilidad.Fil: Márquez, Fabiana Alejandra. Ministerio de Educación de Santa Fe; ArgentinaUniversidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Humanas. 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