Autosuperación del hombre

Autores
Torres Medrano, Ricardo
Año de publicación
1990
Idioma
español castellano
Tipo de recurso
tesis de grado
Estado
versión aceptada
Colaborador/a o director/a de tesis
Pousa, Narciso
Descripción
Según Nietzsche, a partir de la Revolución Francesa tenemos que estar preparados para “conmociones fundamentales”; desde entonces se producen acontecimientos que anuncian modificaciones infra y superestructurales para el próximo milenio, con lo cual, el orden social se ajustará al rumbo de las “nuevas ideas”. En la actualidad, los triunfos y logros de la civilización ponen en peligro el desarrollo mismo de la cultura; son tiempos de procesos políticos extraordinarios o en otras palabras, de grandes luchas por el dominio de la tierra. Es así que se aproxima el “ocaso de los ídolos”, es decir, la ruina de las verdades antiguas pues casi todo lo que hasta el presente se llama verdad es sólo mentira y, cuando la nueva realidad se enfrente a las fabulaciones milenarias, nuestra cosmovisión sufrirá terribles sacudidas; las guerras serán inevitables y todas las instituciones basadas en el engaño y la ilusión caerán ante el asombro de los sobrevivientes. Nietzsche inicia la desacralización o “desenmascaramiento” de las verdades eternas y la transmutación de todos los valores (Umwertung aller Werte) que son, en definitiva, procesos ineluctables. Asimismo, no hay fenómenos morales sino una “interpretación moral de los fenómenos” o, en todo caso, una falsa interpretación (“Miß”deutung). Y la moral no es otra cosa que una coacción prolongada (langer Zwang). Para Nietzsche hay solamente un cristianismo: el que muere en la cruz; el Evangelio mismo muere también en la cruz y la “infección cristiana” que se produce posteriormente es contraria a la práctica evangélica original, es decir, es un “mal mensaje” o un “Dysangelium”. El cristianismo está arruinado por su propia moral; y lo que conocemos como “veracidad cristiana” exige saber qué significa la “voluntad de verdad”; según Nietzsche, su caída es inminente. Así comienza el espectáculo grandioso reservado para los siglos XX y XXI y esto es, “la muerte” de la moral. En la medida en que la Humanidad se aleja de la fe, más se acerca a la Ciencia, porque mientras la primera significa no querer saber qué es la verdad, la segunda nos asemeja a Dios. Según Nietzsche, estamos en ese camino. Día tras día el Hombre se perfecciona mediante la investigación de la Naturaleza; forma un cuerpo físico, mental y espiritual cada vez más enaltecido, realiza experimentos para mejorar la nutrición, el modo de vivir, la manera de interpretar los fenómenos de la Naturaleza y la expansión de la conciencia; pero en última instancia, no se trata del Hombre, pues éste tiene que ser superado (überwunden werden). Friedrich Wilhelm Nietzsche, el “primer inmoralista”, muere muchas veces mientras vive; ése es el precio que tiene que pagar para ser inmortal. Sabe que es necesario destruir para luego poder construir; o en otras palabras, morir para volver a nacer. Por eso es el “destructor ‘par excellence’”; y en ese caso, no duda en luchar contra su época y también contra las creencias de su mundo. Rendimos aquí homenaje pues, al “último discípulo” de Dionisio, al “maestro del eterno retorno”, al “hombre póstumo”.
Licenciado en Filosofía
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Materia
Humanidades
Filosofía
F. W. Nietzsche; eterno retorno; hombre póstumo; valores; moral
Nivel de accesibilidad
acceso abierto
Condiciones de uso
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/ar/
Repositorio
SEDICI (UNLP)
Institución
Universidad Nacional de La Plata
OAI Identificador
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