La política de la cura psicoanalítica: práctica de una ética de la interpretación

Autores
Morello, Aldo
Año de publicación
2007
Idioma
español castellano
Tipo de recurso
tesis de maestría
Estado
versión aceptada
Colaborador/a o director/a de tesis
Ritvo, Juan
Descripción
Cuando se pone en juego el término política en psicoanálisis, generalmente se hace referencia a todo el aparato de la industria cultural: las escuelas, congresos, encuentros, ateneos, obturando la pregunta por la dimensión política del psicoanálisis, en el sentido de una política propia. Esta tesis propone investigar la dimensión política de la cura psicoanalítica y las consecuencias de su ética, teniendo fundamentalmente en cuenta lo específicamente clínico, para elucidar qué se entiende por política de la cura. El concepto de política está ligado a la dirección de la cura. En su Escrito La dirección de la cura y los principios de su poder Lacan define al deseo del analista como su “política”, a la transferencia como su “estrategia” y a la interpretación como su “táctica” – siguiendo la caracterización que Clausewitz utilizara para referirse a la guerra. El propósito de Lacan es situar la interpretación al nivel de una táctica específicamente clínica, es decir un procedimiento o maniobra de la dirección de la cura. Así como Freud ha escrito que la anatomía es el destino, se podría decir que el inconsciente es la política, reflexiona Lacan y se desplaza hacia lo que es, por antonomasia, pasible de interpretación: el síntoma, la formación del inconsciente. En el seminario De un discurso que no sería de la apariencia Lacan señala lo siguiente: “Que el síntoma instituya el orden por el cual se revela nuestra política, ahí está el paso que se ha franqueado. Implica, por otra parte que todo lo que se articula de este orden sea pasible de interpretación. Es por lo cual se tiene razón al colocar al psicoanálisis en el más alto grado de la política. Y esto podría no darle descanso a la política y a todo lo que allí se hace, ¡si el psicoanálisis se revelara más advertido!”. Entonces, el síntoma instituye el orden por el cual se revela la política del psicoanálisis, exigiendo la necesidad lógica de construir el inconsciente como discurso y articular a partir de ese orden la posibilidad de interpretación. Por lo tanto, si el inconsciente es la política, la interpretación, como acto de lectura, también lo es. Partiendo de este punto es razonable ubicar la dimensión política del psicoanálisis. Se puede afirmar que la acción del analista es política en tanto arte de lo posible. Esto no quiere decir que simplemente se hace aquello que se puede, sino que se trata de cómo se produce lo posible mismo. En otras palabras, se apunta a la posibilidad misma engendrada por el acto de lectura. Por otra parte, si hay política de la cura es porque no es factible ampararse en ratio científica alguna que dispense al analista de los riesgos de una lectura. Esto fundamenta al discurso analítico como práctica ética de la interpretación. Se trata de explorar qué política del discurso practica o conviene al psicoanálisis para que pueda valorarse el alcance ético de su decir, en su vínculo con lo real y con las características de su objeto; investigar qué política sostiene el psicoanálisis en relación al saber, a diferencia de otros discursos, que apuntan a un ideal de transmisión universal y a una estandarización del saber. El acto analítico tiene la estructura de un decir y se especifica por instaurar Otro lugar. Esta instauración requiere del dispositivo analítico que comprende la asociación libre, la interpretación, la transferencia y la neutralidad del analista. En estos puntos se resume la estructura misma de la experiencia analítica. Sin embargo es preciso articular el modo en que la acción del analista se liga al dispositivo, cómo interviene el deseo del analista, para dar cuenta de la política del psicoanálisis. Esta noción, el deseo del analista, es central para el ejercicio del psicoanálisis y por ello es necesario pensarla y analizarla como fundamental en la dirección de la cura, teniendo en cuenta que, en el modo en que se despliega su originalidad, el acto psicoanalítico adquiere toda su importancia. Teniendo presente que la promesa de felicidad es algo que aparece como imprescindible en el mundo contemporáneo y que el ejercicio mismo de la política se ha convertido en una manera de gerenciar la felicidad, es preciso situar cómo el analista se posiciona frente a la demanda, ya que la felicidad no sólo la reclaman los gobernados a sus gobernantes, sino también los analizantes al psicoanalista. Mientras que la política moderna pretende regular las formas de goce de cada cual en relación con lo colectivo, el psicoanalista se abstiene de dirigir al sujeto, no renunciando por ello a dirigir la cura. La cuestión ética y el tratamiento del goce será entonces uno de los elementos que permitirá distinguir la política del psicoanálisis de la política en general. En este sentido, política, clínica y ética son inseparables para el psicoanálisis y el presente trabajo intentará despejar conceptualmente estas dimensiones para poder luego reconocer su articulación.
Fil: Morello , Aldo. Universidad Nacional de Rosario. Facultad de Psicología. Rosario; Argentina
Materia
Interpretación
Ética
Política
Cura
Nivel de accesibilidad
acceso abierto
Condiciones de uso
No Comercial
Repositorio
RepHipUNR (UNR)
Institución
Universidad Nacional de Rosario
OAI Identificador
oai:rephip.unr.edu.ar:2133/21825

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En su Escrito La dirección de la cura y los principios de su poder Lacan define al deseo del analista como su “política”, a la transferencia como su “estrategia” y a la interpretación como su “táctica” – siguiendo la caracterización que Clausewitz utilizara para referirse a la guerra. El propósito de Lacan es situar la interpretación al nivel de una táctica específicamente clínica, es decir un procedimiento o maniobra de la dirección de la cura. Así como Freud ha escrito que la anatomía es el destino, se podría decir que el inconsciente es la política, reflexiona Lacan y se desplaza hacia lo que es, por antonomasia, pasible de interpretación: el síntoma, la formación del inconsciente. En el seminario De un discurso que no sería de la apariencia Lacan señala lo siguiente: “Que el síntoma instituya el orden por el cual se revela nuestra política, ahí está el paso que se ha franqueado. Implica, por otra parte que todo lo que se articula de este orden sea pasible de interpretación. Es por lo cual se tiene razón al colocar al psicoanálisis en el más alto grado de la política. Y esto podría no darle descanso a la política y a todo lo que allí se hace, ¡si el psicoanálisis se revelara más advertido!”. Entonces, el síntoma instituye el orden por el cual se revela la política del psicoanálisis, exigiendo la necesidad lógica de construir el inconsciente como discurso y articular a partir de ese orden la posibilidad de interpretación. Por lo tanto, si el inconsciente es la política, la interpretación, como acto de lectura, también lo es. Partiendo de este punto es razonable ubicar la dimensión política del psicoanálisis. Se puede afirmar que la acción del analista es política en tanto arte de lo posible. Esto no quiere decir que simplemente se hace aquello que se puede, sino que se trata de cómo se produce lo posible mismo. En otras palabras, se apunta a la posibilidad misma engendrada por el acto de lectura. Por otra parte, si hay política de la cura es porque no es factible ampararse en ratio científica alguna que dispense al analista de los riesgos de una lectura. Esto fundamenta al discurso analítico como práctica ética de la interpretación. Se trata de explorar qué política del discurso practica o conviene al psicoanálisis para que pueda valorarse el alcance ético de su decir, en su vínculo con lo real y con las características de su objeto; investigar qué política sostiene el psicoanálisis en relación al saber, a diferencia de otros discursos, que apuntan a un ideal de transmisión universal y a una estandarización del saber. El acto analítico tiene la estructura de un decir y se especifica por instaurar Otro lugar. Esta instauración requiere del dispositivo analítico que comprende la asociación libre, la interpretación, la transferencia y la neutralidad del analista. En estos puntos se resume la estructura misma de la experiencia analítica. Sin embargo es preciso articular el modo en que la acción del analista se liga al dispositivo, cómo interviene el deseo del analista, para dar cuenta de la política del psicoanálisis. Esta noción, el deseo del analista, es central para el ejercicio del psicoanálisis y por ello es necesario pensarla y analizarla como fundamental en la dirección de la cura, teniendo en cuenta que, en el modo en que se despliega su originalidad, el acto psicoanalítico adquiere toda su importancia. Teniendo presente que la promesa de felicidad es algo que aparece como imprescindible en el mundo contemporáneo y que el ejercicio mismo de la política se ha convertido en una manera de gerenciar la felicidad, es preciso situar cómo el analista se posiciona frente a la demanda, ya que la felicidad no sólo la reclaman los gobernados a sus gobernantes, sino también los analizantes al psicoanalista. Mientras que la política moderna pretende regular las formas de goce de cada cual en relación con lo colectivo, el psicoanalista se abstiene de dirigir al sujeto, no renunciando por ello a dirigir la cura. La cuestión ética y el tratamiento del goce será entonces uno de los elementos que permitirá distinguir la política del psicoanálisis de la política en general. En este sentido, política, clínica y ética son inseparables para el psicoanálisis y el presente trabajo intentará despejar conceptualmente estas dimensiones para poder luego reconocer su articulación.Fil: Morello , Aldo. Universidad Nacional de Rosario. Facultad de Psicología. 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