Resistencias contrahegemónicas en el profesorado chileno. Cultura política popular bajo la dictadura militar. 1976-1980

Autores
Matamoros, Christián Eduardo
Año de publicación
2014
Idioma
español castellano
Tipo de recurso
artículo
Estado
versión aceptada
Descripción
La represión tras el golpe militar de 1973 desarticuló a las organizaciones de los trabajadores de la educación que existían en esa fecha. Se persiguió a los docentes que eran militantes de organizaciones de izquierda, con lo cual varios de ellos fueron asesinados o desparecidos, mientras que otros miles perdieron sus puestos laborales debido a las masivas exoneraciones. Al mismo tiempo, se impuso una depuración ideológica en el profesorado mucho mayor a la vivida en otras épocas, que fue poco a poco marginando a los profesores que no adscribían a la dictadura y que logró disciplinar a quienes lograron mantenerse en el sistema. Tras esto, la dictadura militar llevó a cabo una imposición organizativa de carácter corporativista, única en la historia del profesorado chileno y ajena a la tradición del movimiento sindical de este país. Con este objetivo fue creado el Colegio de Profesores, el cual respondía directamente a las autoridades militares, encargándose de velar por la depuración ideológica que propugnaba el régimen, denunciando cualquier atisbo de crítica en los contenidos pedagógicos o en las políticas del país. Esto llevó a que el Colegio de Profesores fuera sumamente poco representativo para la masa del profesorado, ante lo cual ésta debió buscar espacios distintos de organización si quería velar realmente por sus reivindicaciones. Las consecuencias de esto en la militancia política del profesorado fueron letales. La despolitización fue masiva, mientras que los profesores que continuaron con la militancia política debieron en muchos casos abandonar la docencia, debido a las condiciones de clandestinidad que debieron adoptar, lo que era un impedimento bastante fuerte para el ejercicio de su pública labora pedagógica. De esta manera, el reimpulso político debió modificar gran parte de sus prácticas históricas. Al ser un ejercicio netamente público, la labor docente implicaba que cualquier tipo de práctica política estaba altamente expuesta a los censores del régimen, por lo que sería en los espacios más cerrados donde se comenzarían a cobijar prácticas subalternas que ya no respondían a la imposición ideológica para expresarse, sino que se habían transformado en una cultura política de resistencia. Desde 1976 comenzó el desarrollo del germen de lo que sería más tarde un movimiento docente opositor a la dictadura. Sin embargo el férreo control de ésta de los espacios al interior de las escuelas, así como su hegemonía organizativa mediante el Colegio de Profesores, iría determinando las características de estas primeras instancias de resistencia que se presentaría en la mayoría de los casos como ajena a la organización institucional. Estos espacios fueron cobijados principalmente bajo dos ámbitos: por una parte, los sectores de la iglesia católica que propiciaron la defensa de los derechos humanos, y por otro lado, las manifestaciones culturales, principalmente las peñas, que significaron casi una fachada para resguardar la antigua canción de protesta que en el profesorado permitió mantener las redes sociales casi desarticuladas. Esta cultura política se debió manifestar en estos tipos de espacios, puesto que en el ámbito oficial primaba una cultura cercana al régimen, ya sea adepta o sumisa, que ejercía la hegemonía en la escuela. El objetivo del presente artículo es explicar cómo fueron estos espacios de “esferas públicas” con autonomía (relativa) de la influencia del Estado, los que permitieron hacer subsistir la cultura política popular del profesorado, verdadero germen de la movimiento sindical opositor de los años 80. Para realizar esta investigación hemos trabajado con la prensa de la época, tanto la oficial como también la de aquellas organizaciones que comenzaron a surgir en dichos años. Al mismo tiempo, hemos recogido diversos testimonios que se han ido publicando en los últimos años, como también hemos realizado algunas entrevistas a actores partícipes de este periodo que dan cuenta de las condiciones de posibilidad del surgimiento de estas prácticas de resistencia aquí mencionadas.
Fil: Matamoros, Christián Eduardo. Universidad de Santiago de Chile; Chile
Materia
Docentes
Educación
Política educativa
Política cultural
Chile
Gobierno militar
Siglo XX-segunda mitad
Nivel de accesibilidad
acceso abierto
Condiciones de uso
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Repositorio
RIDAA (UNICEN)
Institución
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
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Tras esto, la dictadura militar llevó a cabo una imposición organizativa de carácter corporativista, única en la historia del profesorado chileno y ajena a la tradición del movimiento sindical de este país. Con este objetivo fue creado el Colegio de Profesores, el cual respondía directamente a las autoridades militares, encargándose de velar por la depuración ideológica que propugnaba el régimen, denunciando cualquier atisbo de crítica en los contenidos pedagógicos o en las políticas del país. Esto llevó a que el Colegio de Profesores fuera sumamente poco representativo para la masa del profesorado, ante lo cual ésta debió buscar espacios distintos de organización si quería velar realmente por sus reivindicaciones. Las consecuencias de esto en la militancia política del profesorado fueron letales. La despolitización fue masiva, mientras que los profesores que continuaron con la militancia política debieron en muchos casos abandonar la docencia, debido a las condiciones de clandestinidad que debieron adoptar, lo que era un impedimento bastante fuerte para el ejercicio de su pública labora pedagógica. De esta manera, el reimpulso político debió modificar gran parte de sus prácticas históricas. Al ser un ejercicio netamente público, la labor docente implicaba que cualquier tipo de práctica política estaba altamente expuesta a los censores del régimen, por lo que sería en los espacios más cerrados donde se comenzarían a cobijar prácticas subalternas que ya no respondían a la imposición ideológica para expresarse, sino que se habían transformado en una cultura política de resistencia. Desde 1976 comenzó el desarrollo del germen de lo que sería más tarde un movimiento docente opositor a la dictadura. Sin embargo el férreo control de ésta de los espacios al interior de las escuelas, así como su hegemonía organizativa mediante el Colegio de Profesores, iría determinando las características de estas primeras instancias de resistencia que se presentaría en la mayoría de los casos como ajena a la organización institucional. Estos espacios fueron cobijados principalmente bajo dos ámbitos: por una parte, los sectores de la iglesia católica que propiciaron la defensa de los derechos humanos, y por otro lado, las manifestaciones culturales, principalmente las peñas, que significaron casi una fachada para resguardar la antigua canción de protesta que en el profesorado permitió mantener las redes sociales casi desarticuladas. Esta cultura política se debió manifestar en estos tipos de espacios, puesto que en el ámbito oficial primaba una cultura cercana al régimen, ya sea adepta o sumisa, que ejercía la hegemonía en la escuela. El objetivo del presente artículo es explicar cómo fueron estos espacios de “esferas públicas” con autonomía (relativa) de la influencia del Estado, los que permitieron hacer subsistir la cultura política popular del profesorado, verdadero germen de la movimiento sindical opositor de los años 80. Para realizar esta investigación hemos trabajado con la prensa de la época, tanto la oficial como también la de aquellas organizaciones que comenzaron a surgir en dichos años. Al mismo tiempo, hemos recogido diversos testimonios que se han ido publicando en los últimos años, como también hemos realizado algunas entrevistas a actores partícipes de este periodo que dan cuenta de las condiciones de posibilidad del surgimiento de estas prácticas de resistencia aquí mencionadas.Fil: Matamoros, Christián Eduardo. 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