Pandemia, virus, inmunidad, vacunas
- Autores
- de Marzi, Mauricio Cesar; Baudou, Federico Gastón; Diaz, Maria Eugenia; Giorgi, Exequiel David; Guerra, Liliana Noemi; Momo, Fernando Roberto
- Año de publicación
- 2023
- Idioma
- español castellano
- Tipo de recurso
- parte de libro
- Estado
- versión publicada
- Descripción
- Durante toda su historia evolutiva, la humanidad ha estado sometida a diversas situaciones amenazantes, entre ellas las enfermedades infecciosas causadas por microorganismos patógenos como bacterias, virus, parásitos y hongos. Estas enfermedades pueden transmitirse, directa o indirectamente, de una persona a otra. También hay enfermedades infecciosas de los animales que pueden ser transmitidas a las personas: se las llama zoonosis. Hoy en día, asistimos a un evento muy particular que ha modificado nuestras vidas: se trata de la pandemia causada por covid-19, pero ¿qué es una pandemia? Llamamos así a una enfermedad infecciosa que afecta a los humanos que viven en un área geográficamente extensa. En mayo de 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió pandemia como: “Infecciónpor un agente infeccioso, simultánea en diferentes países, con una mortalidad significativa en relación con la proporción de población infectada”. A lo largo de la historia, muchas pandemias han asolado a la humanidad. Estas, si bien no abarcaron el mundo en su totalidad, sí afectaron a gran parte del mundo conocido por quienes escribieron la historia. Podemos remontarnos al año 430 a. C., cuando surgió lo que se conoció como “la plaga de Atenas”, durante la guerra del Peloponeso. Un agente desconocido mató al 25% de las tropas atenienses y de la población en general a lo largo de cuatro años (Pa- pagrigorakis et al., 2006). Tucídides (un historiador de la época) describe que la epidemia comenzó en África y llegó hasta Grecia. Para los que gustan de la historia, el famoso abogado, magistrado, general, político y orador ateniense Pericles falleció a causa de esta plaga que se supone fue ocasionada por la fiebre tifoidea (enfermedad infecciosa producida por una bacteria llamada Salmonella) (íd.). A través de los siglos, diferentes brotes de patógenos han diezmado la po- blación. Una de las pandemias bien registradas fue la peste negra que comenzó en el siglo XIV. Se inició en Asia, alcanzó el Mediterráneo y Europa (se especula que fue llevada por mercaderes que huían de la guerra en Crimea), y se calcula que mató, al menos, al 30% de la población europea de la época y hasta la mitad en las zonas urbanas más afectadas. La peste habría sido ocasionada por la bacteria denominada Yersinia pestis transmitida a las personas por pulgas a partir de las ratas (Schuenemann et al., 2011). Una primera mirada podría indicarnos que las guerras y las grandes ciudades están relacionadas histórica y trágicamente con la aparición de las pandemias. De hecho, una gran aglomeración de personas facilita la transmisión de los patógenos. Con el desarrollo de la vida urbana, podemos ver un incremento en la cantidad de gente afectada por pandemias debido a la facilidad del contagio. Por otro lado, el desarrollo permitió a los europeos colonizar América, África, Asia y Oceanía. Gracias a los encuentros entre los exploradores europeos y las poblaciones del resto del mundo, se produjeron frecuentemente epidemias de extraordinaria virulencia como ocurrió con la viruela que, traída por los euro- peos, diezmó a las poblaciones originarias de América que no poseían defensas inmunitarias contra esa enfermedad (García Sanchez, 2019). En marzo de 1918, comenzó en Kansas, Estados Unidos, la llamada gripe española, coincidiendo con el fin de la Primera Guerra Mundial, y luego se expan- dió por el mundo matando, al menos, a 25 millones de personas en seis meses, para desaparecer luego de 18 meses.3 Más recientemente, el VIH-sida también es considerada una enfermedad pandémica debido a su rápida propagación por el mundo causando millones de víctimas. Ya en este siglo, la gripe A (2009-2010), una enfermedad infecciosa causada por una variante del virus de Influenza A (H1N1), fue clasificada como pandemia por la OMS y provocó una mortalidad baja, alrededor de 500.000 víctimas, considerando su amplia distribución geo- gráfica y que afectó entre un 11% y un 21% de la población mundial. Como antecedente inmediato de la actual pandemia, podemos mencio- nar los brotes epidémicos que ocasionó el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) de 2002, en el sudeste asiático. Desde 2019, transitamos la pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-2, que hizo su aparición en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, al oeste de Shanghái. La OMS lo denominó oficialmente “covid-19” y en marzo de 2020 fue declarado su estatus de pandemia. Como se puede ver, para que ocurra una pandemia es necesario un agente patógeno con alta capacidad infectiva, independientemente de la mortalidad que cause. Este puede ser un nuevo patógeno o uno ya conocido. Pero hay otros factores que aumentan los riesgos. Uno de ellos es el hacinamiento (muy común en épocas de guerra o en asentamientos precarios). Otro es la presencia de grandes masas urbanas; mucha gente junta aumenta la tasa de transmisión de los patógenos y dificulta rastrear los contactos de cada caso positivo. Otro factor de riesgo es la gran capacidad de movilidad actual de los seres humanos: una persona puede trasladarse al lado opuesto del mundo en menos de un día llevando consigo un patógeno que en la antigüedad no tenía chances de trasladarse tan lejos ni tan rápido. Hay otras pandemias que pueden ser causadas por patógenos que no se transmiten principalmente de persona a persona. Muchas veces las alteraciones ambientales (deforestación, cambio climático) favorecen su desarrollo. Por ejemplo, muchos insectos que son vectores transmisores de patógenos expan- den su distribución geográfica debido a esos cambios y, por ende, expanden la distribución del patógeno. Un ejemplo claro es lo que sucede con el dengue en la Argentina. El virus avanza a medida que avanza el mosquito (Aedes aegypti). El aumento de temperatura media del planeta permite que las enfermedades tropicales avancen cada vez más hacia zonas que antes eran más frías. En de- finitiva, tenemos mucho trabajo por delante para intentar controlar y, mejor aún, prevenir nuevas pandemias.
Fil: de Marzi, Mauricio Cesar. Universidad Nacional de Luján. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Oficina de Coordinación Administrativa Parque Centenario. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable; Argentina
Fil: Baudou, Federico Gastón. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Instituto de Biología y Medicina Experimental. Fundación de Instituto de Biología y Medicina Experimental. Instituto de Biología y Medicina Experimental; Argentina
Fil: Diaz, Maria Eugenia. Universidad Nacional de Luján. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Oficina de Coordinación Administrativa Parque Centenario. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable; Argentina
Fil: Giorgi, Exequiel David. Universidad Nacional de Luján. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Oficina de Coordinación Administrativa Parque Centenario. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable; Argentina
Fil: Guerra, Liliana Noemi. Universidad Nacional de Luján. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Oficina de Coordinación Administrativa Parque Centenario. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable; Argentina
Fil: Momo, Fernando Roberto. Universidad Nacional de General Sarmiento; Argentina. Universidad Nacional de Luján. Departamento de Ciencias Básicas; Argentina - Materia
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Pandemia
Vacunas
COVID-19 - Nivel de accesibilidad
- acceso abierto
- Condiciones de uso
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En mayo de 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió pandemia como: “Infecciónpor un agente infeccioso, simultánea en diferentes países, con una mortalidad significativa en relación con la proporción de población infectada”. A lo largo de la historia, muchas pandemias han asolado a la humanidad. Estas, si bien no abarcaron el mundo en su totalidad, sí afectaron a gran parte del mundo conocido por quienes escribieron la historia. Podemos remontarnos al año 430 a. C., cuando surgió lo que se conoció como “la plaga de Atenas”, durante la guerra del Peloponeso. Un agente desconocido mató al 25% de las tropas atenienses y de la población en general a lo largo de cuatro años (Pa- pagrigorakis et al., 2006). Tucídides (un historiador de la época) describe que la epidemia comenzó en África y llegó hasta Grecia. Para los que gustan de la historia, el famoso abogado, magistrado, general, político y orador ateniense Pericles falleció a causa de esta plaga que se supone fue ocasionada por la fiebre tifoidea (enfermedad infecciosa producida por una bacteria llamada Salmonella) (íd.). A través de los siglos, diferentes brotes de patógenos han diezmado la po- blación. Una de las pandemias bien registradas fue la peste negra que comenzó en el siglo XIV. Se inició en Asia, alcanzó el Mediterráneo y Europa (se especula que fue llevada por mercaderes que huían de la guerra en Crimea), y se calcula que mató, al menos, al 30% de la población europea de la época y hasta la mitad en las zonas urbanas más afectadas. La peste habría sido ocasionada por la bacteria denominada Yersinia pestis transmitida a las personas por pulgas a partir de las ratas (Schuenemann et al., 2011). Una primera mirada podría indicarnos que las guerras y las grandes ciudades están relacionadas histórica y trágicamente con la aparición de las pandemias. De hecho, una gran aglomeración de personas facilita la transmisión de los patógenos. Con el desarrollo de la vida urbana, podemos ver un incremento en la cantidad de gente afectada por pandemias debido a la facilidad del contagio. Por otro lado, el desarrollo permitió a los europeos colonizar América, África, Asia y Oceanía. Gracias a los encuentros entre los exploradores europeos y las poblaciones del resto del mundo, se produjeron frecuentemente epidemias de extraordinaria virulencia como ocurrió con la viruela que, traída por los euro- peos, diezmó a las poblaciones originarias de América que no poseían defensas inmunitarias contra esa enfermedad (García Sanchez, 2019). En marzo de 1918, comenzó en Kansas, Estados Unidos, la llamada gripe española, coincidiendo con el fin de la Primera Guerra Mundial, y luego se expan- dió por el mundo matando, al menos, a 25 millones de personas en seis meses, para desaparecer luego de 18 meses.3 Más recientemente, el VIH-sida también es considerada una enfermedad pandémica debido a su rápida propagación por el mundo causando millones de víctimas. Ya en este siglo, la gripe A (2009-2010), una enfermedad infecciosa causada por una variante del virus de Influenza A (H1N1), fue clasificada como pandemia por la OMS y provocó una mortalidad baja, alrededor de 500.000 víctimas, considerando su amplia distribución geo- gráfica y que afectó entre un 11% y un 21% de la población mundial. Como antecedente inmediato de la actual pandemia, podemos mencio- nar los brotes epidémicos que ocasionó el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) de 2002, en el sudeste asiático. Desde 2019, transitamos la pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-2, que hizo su aparición en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, al oeste de Shanghái. La OMS lo denominó oficialmente “covid-19” y en marzo de 2020 fue declarado su estatus de pandemia. Como se puede ver, para que ocurra una pandemia es necesario un agente patógeno con alta capacidad infectiva, independientemente de la mortalidad que cause. Este puede ser un nuevo patógeno o uno ya conocido. Pero hay otros factores que aumentan los riesgos. Uno de ellos es el hacinamiento (muy común en épocas de guerra o en asentamientos precarios). Otro es la presencia de grandes masas urbanas; mucha gente junta aumenta la tasa de transmisión de los patógenos y dificulta rastrear los contactos de cada caso positivo. Otro factor de riesgo es la gran capacidad de movilidad actual de los seres humanos: una persona puede trasladarse al lado opuesto del mundo en menos de un día llevando consigo un patógeno que en la antigüedad no tenía chances de trasladarse tan lejos ni tan rápido. Hay otras pandemias que pueden ser causadas por patógenos que no se transmiten principalmente de persona a persona. Muchas veces las alteraciones ambientales (deforestación, cambio climático) favorecen su desarrollo. Por ejemplo, muchos insectos que son vectores transmisores de patógenos expan- den su distribución geográfica debido a esos cambios y, por ende, expanden la distribución del patógeno. Un ejemplo claro es lo que sucede con el dengue en la Argentina. El virus avanza a medida que avanza el mosquito (Aedes aegypti). El aumento de temperatura media del planeta permite que las enfermedades tropicales avancen cada vez más hacia zonas que antes eran más frías. 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A lo largo de la historia, muchas pandemias han asolado a la humanidad. Estas, si bien no abarcaron el mundo en su totalidad, sí afectaron a gran parte del mundo conocido por quienes escribieron la historia. Podemos remontarnos al año 430 a. C., cuando surgió lo que se conoció como “la plaga de Atenas”, durante la guerra del Peloponeso. Un agente desconocido mató al 25% de las tropas atenienses y de la población en general a lo largo de cuatro años (Pa- pagrigorakis et al., 2006). Tucídides (un historiador de la época) describe que la epidemia comenzó en África y llegó hasta Grecia. Para los que gustan de la historia, el famoso abogado, magistrado, general, político y orador ateniense Pericles falleció a causa de esta plaga que se supone fue ocasionada por la fiebre tifoidea (enfermedad infecciosa producida por una bacteria llamada Salmonella) (íd.). A través de los siglos, diferentes brotes de patógenos han diezmado la po- blación. Una de las pandemias bien registradas fue la peste negra que comenzó en el siglo XIV. Se inició en Asia, alcanzó el Mediterráneo y Europa (se especula que fue llevada por mercaderes que huían de la guerra en Crimea), y se calcula que mató, al menos, al 30% de la población europea de la época y hasta la mitad en las zonas urbanas más afectadas. La peste habría sido ocasionada por la bacteria denominada Yersinia pestis transmitida a las personas por pulgas a partir de las ratas (Schuenemann et al., 2011). Una primera mirada podría indicarnos que las guerras y las grandes ciudades están relacionadas histórica y trágicamente con la aparición de las pandemias. De hecho, una gran aglomeración de personas facilita la transmisión de los patógenos. Con el desarrollo de la vida urbana, podemos ver un incremento en la cantidad de gente afectada por pandemias debido a la facilidad del contagio. Por otro lado, el desarrollo permitió a los europeos colonizar América, África, Asia y Oceanía. Gracias a los encuentros entre los exploradores europeos y las poblaciones del resto del mundo, se produjeron frecuentemente epidemias de extraordinaria virulencia como ocurrió con la viruela que, traída por los euro- peos, diezmó a las poblaciones originarias de América que no poseían defensas inmunitarias contra esa enfermedad (García Sanchez, 2019). En marzo de 1918, comenzó en Kansas, Estados Unidos, la llamada gripe española, coincidiendo con el fin de la Primera Guerra Mundial, y luego se expan- dió por el mundo matando, al menos, a 25 millones de personas en seis meses, para desaparecer luego de 18 meses.3 Más recientemente, el VIH-sida también es considerada una enfermedad pandémica debido a su rápida propagación por el mundo causando millones de víctimas. Ya en este siglo, la gripe A (2009-2010), una enfermedad infecciosa causada por una variante del virus de Influenza A (H1N1), fue clasificada como pandemia por la OMS y provocó una mortalidad baja, alrededor de 500.000 víctimas, considerando su amplia distribución geo- gráfica y que afectó entre un 11% y un 21% de la población mundial. Como antecedente inmediato de la actual pandemia, podemos mencio- nar los brotes epidémicos que ocasionó el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) de 2002, en el sudeste asiático. Desde 2019, transitamos la pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-2, que hizo su aparición en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, al oeste de Shanghái. La OMS lo denominó oficialmente “covid-19” y en marzo de 2020 fue declarado su estatus de pandemia. Como se puede ver, para que ocurra una pandemia es necesario un agente patógeno con alta capacidad infectiva, independientemente de la mortalidad que cause. Este puede ser un nuevo patógeno o uno ya conocido. Pero hay otros factores que aumentan los riesgos. Uno de ellos es el hacinamiento (muy común en épocas de guerra o en asentamientos precarios). Otro es la presencia de grandes masas urbanas; mucha gente junta aumenta la tasa de transmisión de los patógenos y dificulta rastrear los contactos de cada caso positivo. Otro factor de riesgo es la gran capacidad de movilidad actual de los seres humanos: una persona puede trasladarse al lado opuesto del mundo en menos de un día llevando consigo un patógeno que en la antigüedad no tenía chances de trasladarse tan lejos ni tan rápido. Hay otras pandemias que pueden ser causadas por patógenos que no se transmiten principalmente de persona a persona. Muchas veces las alteraciones ambientales (deforestación, cambio climático) favorecen su desarrollo. Por ejemplo, muchos insectos que son vectores transmisores de patógenos expan- den su distribución geográfica debido a esos cambios y, por ende, expanden la distribución del patógeno. Un ejemplo claro es lo que sucede con el dengue en la Argentina. El virus avanza a medida que avanza el mosquito (Aedes aegypti). El aumento de temperatura media del planeta permite que las enfermedades tropicales avancen cada vez más hacia zonas que antes eran más frías. En de- finitiva, tenemos mucho trabajo por delante para intentar controlar y, mejor aún, prevenir nuevas pandemias. Fil: de Marzi, Mauricio Cesar. Universidad Nacional de Luján. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Oficina de Coordinación Administrativa Parque Centenario. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable; Argentina Fil: Baudou, Federico Gastón. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Instituto de Biología y Medicina Experimental. Fundación de Instituto de Biología y Medicina Experimental. Instituto de Biología y Medicina Experimental; Argentina Fil: Diaz, Maria Eugenia. Universidad Nacional de Luján. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Oficina de Coordinación Administrativa Parque Centenario. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable; Argentina Fil: Giorgi, Exequiel David. Universidad Nacional de Luján. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Oficina de Coordinación Administrativa Parque Centenario. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable; Argentina Fil: Guerra, Liliana Noemi. Universidad Nacional de Luján. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Oficina de Coordinación Administrativa Parque Centenario. Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable; Argentina Fil: Momo, Fernando Roberto. 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Durante toda su historia evolutiva, la humanidad ha estado sometida a diversas situaciones amenazantes, entre ellas las enfermedades infecciosas causadas por microorganismos patógenos como bacterias, virus, parásitos y hongos. Estas enfermedades pueden transmitirse, directa o indirectamente, de una persona a otra. También hay enfermedades infecciosas de los animales que pueden ser transmitidas a las personas: se las llama zoonosis. Hoy en día, asistimos a un evento muy particular que ha modificado nuestras vidas: se trata de la pandemia causada por covid-19, pero ¿qué es una pandemia? Llamamos así a una enfermedad infecciosa que afecta a los humanos que viven en un área geográficamente extensa. En mayo de 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió pandemia como: “Infecciónpor un agente infeccioso, simultánea en diferentes países, con una mortalidad significativa en relación con la proporción de población infectada”. A lo largo de la historia, muchas pandemias han asolado a la humanidad. Estas, si bien no abarcaron el mundo en su totalidad, sí afectaron a gran parte del mundo conocido por quienes escribieron la historia. Podemos remontarnos al año 430 a. C., cuando surgió lo que se conoció como “la plaga de Atenas”, durante la guerra del Peloponeso. Un agente desconocido mató al 25% de las tropas atenienses y de la población en general a lo largo de cuatro años (Pa- pagrigorakis et al., 2006). Tucídides (un historiador de la época) describe que la epidemia comenzó en África y llegó hasta Grecia. Para los que gustan de la historia, el famoso abogado, magistrado, general, político y orador ateniense Pericles falleció a causa de esta plaga que se supone fue ocasionada por la fiebre tifoidea (enfermedad infecciosa producida por una bacteria llamada Salmonella) (íd.). A través de los siglos, diferentes brotes de patógenos han diezmado la po- blación. Una de las pandemias bien registradas fue la peste negra que comenzó en el siglo XIV. Se inició en Asia, alcanzó el Mediterráneo y Europa (se especula que fue llevada por mercaderes que huían de la guerra en Crimea), y se calcula que mató, al menos, al 30% de la población europea de la época y hasta la mitad en las zonas urbanas más afectadas. La peste habría sido ocasionada por la bacteria denominada Yersinia pestis transmitida a las personas por pulgas a partir de las ratas (Schuenemann et al., 2011). Una primera mirada podría indicarnos que las guerras y las grandes ciudades están relacionadas histórica y trágicamente con la aparición de las pandemias. De hecho, una gran aglomeración de personas facilita la transmisión de los patógenos. Con el desarrollo de la vida urbana, podemos ver un incremento en la cantidad de gente afectada por pandemias debido a la facilidad del contagio. Por otro lado, el desarrollo permitió a los europeos colonizar América, África, Asia y Oceanía. Gracias a los encuentros entre los exploradores europeos y las poblaciones del resto del mundo, se produjeron frecuentemente epidemias de extraordinaria virulencia como ocurrió con la viruela que, traída por los euro- peos, diezmó a las poblaciones originarias de América que no poseían defensas inmunitarias contra esa enfermedad (García Sanchez, 2019). En marzo de 1918, comenzó en Kansas, Estados Unidos, la llamada gripe española, coincidiendo con el fin de la Primera Guerra Mundial, y luego se expan- dió por el mundo matando, al menos, a 25 millones de personas en seis meses, para desaparecer luego de 18 meses.3 Más recientemente, el VIH-sida también es considerada una enfermedad pandémica debido a su rápida propagación por el mundo causando millones de víctimas. Ya en este siglo, la gripe A (2009-2010), una enfermedad infecciosa causada por una variante del virus de Influenza A (H1N1), fue clasificada como pandemia por la OMS y provocó una mortalidad baja, alrededor de 500.000 víctimas, considerando su amplia distribución geo- gráfica y que afectó entre un 11% y un 21% de la población mundial. Como antecedente inmediato de la actual pandemia, podemos mencio- nar los brotes epidémicos que ocasionó el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) de 2002, en el sudeste asiático. Desde 2019, transitamos la pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-2, que hizo su aparición en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, al oeste de Shanghái. La OMS lo denominó oficialmente “covid-19” y en marzo de 2020 fue declarado su estatus de pandemia. Como se puede ver, para que ocurra una pandemia es necesario un agente patógeno con alta capacidad infectiva, independientemente de la mortalidad que cause. Este puede ser un nuevo patógeno o uno ya conocido. Pero hay otros factores que aumentan los riesgos. Uno de ellos es el hacinamiento (muy común en épocas de guerra o en asentamientos precarios). Otro es la presencia de grandes masas urbanas; mucha gente junta aumenta la tasa de transmisión de los patógenos y dificulta rastrear los contactos de cada caso positivo. Otro factor de riesgo es la gran capacidad de movilidad actual de los seres humanos: una persona puede trasladarse al lado opuesto del mundo en menos de un día llevando consigo un patógeno que en la antigüedad no tenía chances de trasladarse tan lejos ni tan rápido. Hay otras pandemias que pueden ser causadas por patógenos que no se transmiten principalmente de persona a persona. Muchas veces las alteraciones ambientales (deforestación, cambio climático) favorecen su desarrollo. Por ejemplo, muchos insectos que son vectores transmisores de patógenos expan- den su distribución geográfica debido a esos cambios y, por ende, expanden la distribución del patógeno. Un ejemplo claro es lo que sucede con el dengue en la Argentina. El virus avanza a medida que avanza el mosquito (Aedes aegypti). El aumento de temperatura media del planeta permite que las enfermedades tropicales avancen cada vez más hacia zonas que antes eran más frías. En de- finitiva, tenemos mucho trabajo por delante para intentar controlar y, mejor aún, prevenir nuevas pandemias. |
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