Los contradictorios fuegos de la revolución

• Autores: Raier, Sofía
• Año de publicación: 2025
• Idioma: español castellano
• Tipo de recurso: artículo
• Materia: Historia del Arte; Religión; Arte; detalle
• Institución: Universidad Nacional de La Plata

Hay muchas veces en la religión y en el arte, como en todo lo creado por el ser humano, contradicciones y confusiones, cosas ambiguas que no terminan de quedar claras o que posibilitan diferentes interpretaciones. Cuando la religión y el arte se fusionan, esta desorientación se potencia, y más si se trata de un artista como William Blake, cuyas obras resultan de un complejo entramado entre su pensamiento, sus ideales, su religiosidad, su mitología y simbolismo propios. La primera vez que me topé con la obra El número de la bestia es 666 , la figura blanca, casi central de la pintura, me generó desconcierto, y luego de observarla y analizarla muchas veces concluí que se debía tratar de la figura del bien: su color blanco, su enfrentamiento con el dragón, sus cuernos de cordero y de unicornio, todo ello parecía indicarme argumentos válidos para justificar mi pensamiento. Sin embargo, alguien mencionó que en realidad se trataba de una de las bestias, la terrenal, que daba órdenes al dragón, y luego de leer el pasaje del Apocalipsis que representa esta obra, comprendí que había elementos que coincidían con esta deducción. Mis ideas se vieron entonces envueltas en una nube de confusión y dudas, y mi cabeza no paraba de hacerse preguntas: ¿Qué es y qué representa esa figura? ¿Por qué genera confusión? ¿Fue una decisión deliberada del pintor? ¿Es acaso una figura que no representa ni el bien ni el mal, o que representa la complementariedad de ambas? Este tipo de preguntas emergen cuando atendemos a los detalles de una obra. Daniel Arasse [1993] (2008) propone el ejercicio de posar la mirada cercana y detenidamente en determinadas partes de las obras de arte como práctica fundamental para el estudio de la Historia del Arte, considerando al detalle como instrumento decisivo en el análisis y los descubrimientos de esta disciplina, como un acto disruptivo con respecto a las prácticas usuales de los historiadores. El papel central que otorga al detalle este autor se debe a su capacidad de darnos a conocer cierta información fragmentaria, que es diferente a la que transmite la totalidad de la obra: «un detalle puede ser portador de un significado esencial para el conjunto de la imagen.» (Arasse, [1992] 2008: p. 22). Además, destaca el sentimiento de intimidad que nos produce la cercanía de nuestra mirada con esa pequeña particularidad del todo, producto de nuestro asombro y nuestro placer al contemplarla. Y es esta intimidad pictórica (Arasse, [1992] 2008) la que nos permite, a la vez que atender lo concreto, indagar más ampliamente en la obra, su autor y su época, en las relaciones que se establecen entre todos estos elementos. Ya que la presencia del pintor y del contexto histórico forman parte también de esos detalles mínimos.
Facultad de Artes
Instituto de Historia del Arte Argentino y Americano