Aportes de Théorie Communiste y de la filosofía política de Slavoj Zizek para la construcción del concepto de "inmediación negativa"

Autores
Assalone, Eduardo Francisco; Casadei, Francisco
Año de publicación
2013
Idioma
español castellano
Tipo de recurso
artículo
Estado
versión publicada
Descripción
A fines del siglo pasado, la figura de Hegel se debatía entre dos concepciones igualmente simplificadoras: tanto como el filósofo de los grandes relatos, de la racionalidad moderna totalitaria, del idealismo desmesurado (la concepción posmoderna de Hegel), o como el ideólogo del fin de la historia, de la afirmación conservadora del estado de cosas presente, de la consumación del proyecto civilizatorio occidental (la concepción neoliberal de Hegel), en cualquiera de los dos casos nos encontramos con un Hegel conservador, alejado de las discusiones contemporáneas sobre el cambio social radical, desvinculado de cualquier proyecto político de izquierda. La lectura no reduccionista de la obra hegeliana quedaba confinada a unos pocos especialistas en el ámbito académico y a otras también escasas y dispersas figuras del ámbito intelectual como Slavoj Žižek, Judith Butler, Fredric Jameson, entre otros. A partir de la década del dos mil, y especialmente en los últimos años, emergen con mayor visibilidad y repercusiones en el ámbito intelectual y político dos tendencias que recuperan la filosofía hegeliana como insumo para una práctica emancipatoria. Por un lado, encontramos a Alain Badiou y su búsqueda de renovar lo que denomina la “hipótesis comunista” (Badiou 2010). En esta misma constelación se encuentran Bruno Bosteels (2011), Jodi Dean (2012), Fredric Jameson (2010, 2011), Frank Ruda (2011) y Slavoj Žižek (2012) –siendo este último el autor en quien nos concentraremos especialmente en este artículo–. Por otro lado, hallamos un conjunto de textos políticofilosóficos identificables como una tradición híbrida en lo teórico que recoge aportes del situacionismo francés de la década del ’60, del autonomismo italiano de los ’70, de la filosofía de Michel Foucault, Gilles Deleuze y Giorgio Agamben. En este contexto, la obra de Tiqqun, especialmente su Introducción a la guerra civil (2008) y su Teoría del Bloom (2005), fue disparadora de una serie de producciones que recuperaron lo que se ha denominado “teoría de la comunización” (Noys: 2011b), la cual comprende a la revista francesa iniciada en los años ’70 Théorie Communiste, la revista inglesa Aufheben (desde 1992 hasta la actualidad) y la publicación de la misma nacionalidad, Endnotes (desde 2008). Las dos tendencias a las que hacemos referencia aquí se encuentran desafortunadamente desvinculadas en la actualidad a pesar de compartir el propósito de refundar el comunismo en sus aspectos teórico y práctico sobre la base de, entre otras cuestiones más amplias, una relectura del papel de la negatividad en la dialéctica hegeliana. Esto no significa que compartan una misma opinión al respecto, sino que, muy por el contrario, incluso en el interior de la tendencia de la comunización, existen posicionamientos parcialmente opuestos, tal como ocurre con el colectivo Tiqqun, en el cual es posible señalar una primacía de la ontología spinozista de la afirmación frente a posiciones como la de Théorie Communiste, que defienden una preponderancia de la negación de corte hegeliano. El presente artículo busca poner en diálogo la corriente de la hipótesis comunista con la teoría de la comunización,3 haciendo hincapié en los conceptos de mediación e inmediatez dialécticas y en la cuestión de la identidad del sujeto revolucionario. No nos guía un interés meramente especulativo sino eminentemente práctico, pues se trata de ponderar la validez y la vigencia del precepto marxista que afirma que la defensa de la inmediación4 social concuerda con el conservadurismo y el conformismo más crédulo que habla de “el orden natural de las cosas”, “los hechos”, “la realidad tal como es”, etc. La inmediatez es, para el revolucionario, siempre aquello que hay que transformar y nunca aquello que puede transformar las cosas. Frente a esta suerte de dogma del marxismo tradicional creemos que, con Hegel, es posible pensar una inmediatez social dialéctico-negativa, parafraseando a Marx y Engels, como un “movimiento real que anula y supera [aufhebt] el estado de cosas actual” (Marx y Engels: 2005, 37). Pero, ¿hasta qué punto podríamos encontrar en Žižek y en la teoría de la comunización elementos para la construcción de un concepto negativo de inmediatez que, liberado de la asociación tradicional con una positividad acrítica, pueda constituirse en instrumento para una estrategia teórica y práctica del presente? No se trata de defender un inmediatismo vulgar asociado a un espontaneísmo ingenuo frente a una política “etapista” empeñada en multiplicar las mediaciones que requiere la práctica comunista para ser efectiva. La acción comunizadora permitiría conjugar aspectos prácticos inéditos que, cuando son pensados como conjunto problemático, obligan a revisar los presupuestos incuestionados de la imagen tradicional de las transformaciones políticas de gran intensidad. La articulación práctica de una política que se extiende como prefiguración, negación, inmediatez e inmanencia, empuja a la indagación filosófica en direcciones inusitadas. Estableciendo una periodización sistemática de las etapas de subsunción capitalista y el correlativo marco de análisis político que prima en cada una de ellas, la teoría de la comunización nos permite formular nuevamente un interrogante central e ineludible: ¿qué significa actuar políticamente? Creemos que Žižek, por su parte, habilita una nueva comprensión de la identidad del sujeto revolucionario y de su “destitución simbólica”, así como también de la negatividad dialéctica y en general de la filosofía social de Hegel, que delimita con aun mayor precisión las bases teóricas para el abordaje de las anteriores preguntas formuladas. Si, como dice Žižek, la política es el arte de lo imposible, no hay nada más imposible –y a la vez necesario– que pensar el estatuto paradójico de una acción política negativa e inmediata. Si una inmediatez negativa constituye lo impensado de la tradición crítica, la tarea imperativa de la política será, entonces, pensarla. En el presente artículo realizamos, en primer lugar, una presentación esquemática del concepto de “inmediación negativa” en la que destacamos los siguientes rasgos: su negatividad y su conceptualización como universal concreto. Esta concepción de la inmediatez la confrontamos con otras dos posibles interpretaciones que conllevan una vindicación de la mediación dialéctica. Sostenemos que lo que hace la mediación dialéctica es nulificar algo que ya es en sí mismo negativo; la negación que ejerce la mediación es ya una suerte de “negación de la negación” que genera una nueva positividad. En segundo lugar, reconstruimos la periodización realizada por Théorie Communiste de las fases de subsunción capitalista. Esto nos permite concluir la pertinencia de una política inmediatista-negativa en el marco de lo que este colectivo considera la segunda etapa de subsunción real, así como también comprender mejor las aporías de la acción revolucionaria. En tercer lugar, analizamos la relación entre la concepción de Žižek del acto en tanto destitución simbólica del sujeto y la necesidad postulada por este filósofo de la constitución de un nuevo orden positivo como alternativa al capitalismo gracias a la mediación del Partido. Por último, comparamos las posiciones de Théorie Communiste y de Žižek para combinarlas en la construcción de un concepto negativo de inmediación. De la primera, tomamos su periodización del ciclo de lucha de clases y su comprensión de la acción comunista en calidad de auto-abolición inmediata y negativa. Del segundo, destacamos una noción similar de “destitución simbólica” con la condición de rescatar la figura subjetiva que emerge con ella, frente a la posición de Théorie Communiste que ve en esta figura una categoría de la reproducción del capital.
Fil: Assalone, Eduardo Francisco. Universidad Nacional de Mar del Plata; Argentina. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Centro Científico Tecnológico Conicet - Mar del Plata; Argentina
Fil: Casadei, Francisco. Universidad Nacional de Mar del Plata; Argentina
Materia
Hegel
Mediación/Inmediación
Zizek
Teoría Comunista
Nivel de accesibilidad
acceso abierto
Condiciones de uso
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/
Repositorio
CONICET Digital (CONICET)
Institución
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
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La lectura no reduccionista de la obra hegeliana quedaba confinada a unos pocos especialistas en el ámbito académico y a otras también escasas y dispersas figuras del ámbito intelectual como Slavoj Žižek, Judith Butler, Fredric Jameson, entre otros. A partir de la década del dos mil, y especialmente en los últimos años, emergen con mayor visibilidad y repercusiones en el ámbito intelectual y político dos tendencias que recuperan la filosofía hegeliana como insumo para una práctica emancipatoria. Por un lado, encontramos a Alain Badiou y su búsqueda de renovar lo que denomina la “hipótesis comunista” (Badiou 2010). En esta misma constelación se encuentran Bruno Bosteels (2011), Jodi Dean (2012), Fredric Jameson (2010, 2011), Frank Ruda (2011) y Slavoj Žižek (2012) –siendo este último el autor en quien nos concentraremos especialmente en este artículo–. Por otro lado, hallamos un conjunto de textos políticofilosóficos identificables como una tradición híbrida en lo teórico que recoge aportes del situacionismo francés de la década del ’60, del autonomismo italiano de los ’70, de la filosofía de Michel Foucault, Gilles Deleuze y Giorgio Agamben. En este contexto, la obra de Tiqqun, especialmente su Introducción a la guerra civil (2008) y su Teoría del Bloom (2005), fue disparadora de una serie de producciones que recuperaron lo que se ha denominado “teoría de la comunización” (Noys: 2011b), la cual comprende a la revista francesa iniciada en los años ’70 Théorie Communiste, la revista inglesa Aufheben (desde 1992 hasta la actualidad) y la publicación de la misma nacionalidad, Endnotes (desde 2008). Las dos tendencias a las que hacemos referencia aquí se encuentran desafortunadamente desvinculadas en la actualidad a pesar de compartir el propósito de refundar el comunismo en sus aspectos teórico y práctico sobre la base de, entre otras cuestiones más amplias, una relectura del papel de la negatividad en la dialéctica hegeliana. Esto no significa que compartan una misma opinión al respecto, sino que, muy por el contrario, incluso en el interior de la tendencia de la comunización, existen posicionamientos parcialmente opuestos, tal como ocurre con el colectivo Tiqqun, en el cual es posible señalar una primacía de la ontología spinozista de la afirmación frente a posiciones como la de Théorie Communiste, que defienden una preponderancia de la negación de corte hegeliano. El presente artículo busca poner en diálogo la corriente de la hipótesis comunista con la teoría de la comunización,3 haciendo hincapié en los conceptos de mediación e inmediatez dialécticas y en la cuestión de la identidad del sujeto revolucionario. No nos guía un interés meramente especulativo sino eminentemente práctico, pues se trata de ponderar la validez y la vigencia del precepto marxista que afirma que la defensa de la inmediación4 social concuerda con el conservadurismo y el conformismo más crédulo que habla de “el orden natural de las cosas”, “los hechos”, “la realidad tal como es”, etc. La inmediatez es, para el revolucionario, siempre aquello que hay que transformar y nunca aquello que puede transformar las cosas. Frente a esta suerte de dogma del marxismo tradicional creemos que, con Hegel, es posible pensar una inmediatez social dialéctico-negativa, parafraseando a Marx y Engels, como un “movimiento real que anula y supera [aufhebt] el estado de cosas actual” (Marx y Engels: 2005, 37). Pero, ¿hasta qué punto podríamos encontrar en Žižek y en la teoría de la comunización elementos para la construcción de un concepto negativo de inmediatez que, liberado de la asociación tradicional con una positividad acrítica, pueda constituirse en instrumento para una estrategia teórica y práctica del presente? No se trata de defender un inmediatismo vulgar asociado a un espontaneísmo ingenuo frente a una política “etapista” empeñada en multiplicar las mediaciones que requiere la práctica comunista para ser efectiva. La acción comunizadora permitiría conjugar aspectos prácticos inéditos que, cuando son pensados como conjunto problemático, obligan a revisar los presupuestos incuestionados de la imagen tradicional de las transformaciones políticas de gran intensidad. La articulación práctica de una política que se extiende como prefiguración, negación, inmediatez e inmanencia, empuja a la indagación filosófica en direcciones inusitadas. Estableciendo una periodización sistemática de las etapas de subsunción capitalista y el correlativo marco de análisis político que prima en cada una de ellas, la teoría de la comunización nos permite formular nuevamente un interrogante central e ineludible: ¿qué significa actuar políticamente? Creemos que Žižek, por su parte, habilita una nueva comprensión de la identidad del sujeto revolucionario y de su “destitución simbólica”, así como también de la negatividad dialéctica y en general de la filosofía social de Hegel, que delimita con aun mayor precisión las bases teóricas para el abordaje de las anteriores preguntas formuladas. Si, como dice Žižek, la política es el arte de lo imposible, no hay nada más imposible –y a la vez necesario– que pensar el estatuto paradójico de una acción política negativa e inmediata. Si una inmediatez negativa constituye lo impensado de la tradición crítica, la tarea imperativa de la política será, entonces, pensarla. En el presente artículo realizamos, en primer lugar, una presentación esquemática del concepto de “inmediación negativa” en la que destacamos los siguientes rasgos: su negatividad y su conceptualización como universal concreto. Esta concepción de la inmediatez la confrontamos con otras dos posibles interpretaciones que conllevan una vindicación de la mediación dialéctica. Sostenemos que lo que hace la mediación dialéctica es nulificar algo que ya es en sí mismo negativo; la negación que ejerce la mediación es ya una suerte de “negación de la negación” que genera una nueva positividad. En segundo lugar, reconstruimos la periodización realizada por Théorie Communiste de las fases de subsunción capitalista. Esto nos permite concluir la pertinencia de una política inmediatista-negativa en el marco de lo que este colectivo considera la segunda etapa de subsunción real, así como también comprender mejor las aporías de la acción revolucionaria. En tercer lugar, analizamos la relación entre la concepción de Žižek del acto en tanto destitución simbólica del sujeto y la necesidad postulada por este filósofo de la constitución de un nuevo orden positivo como alternativa al capitalismo gracias a la mediación del Partido. Por último, comparamos las posiciones de Théorie Communiste y de Žižek para combinarlas en la construcción de un concepto negativo de inmediación. De la primera, tomamos su periodización del ciclo de lucha de clases y su comprensión de la acción comunista en calidad de auto-abolición inmediata y negativa. Del segundo, destacamos una noción similar de “destitución simbólica” con la condición de rescatar la figura subjetiva que emerge con ella, frente a la posición de Théorie Communiste que ve en esta figura una categoría de la reproducción del capital.Fil: Assalone, Eduardo Francisco. Universidad Nacional de Mar del Plata; Argentina. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. 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A partir de la década del dos mil, y especialmente en los últimos años, emergen con mayor visibilidad y repercusiones en el ámbito intelectual y político dos tendencias que recuperan la filosofía hegeliana como insumo para una práctica emancipatoria. Por un lado, encontramos a Alain Badiou y su búsqueda de renovar lo que denomina la “hipótesis comunista” (Badiou 2010). En esta misma constelación se encuentran Bruno Bosteels (2011), Jodi Dean (2012), Fredric Jameson (2010, 2011), Frank Ruda (2011) y Slavoj Žižek (2012) –siendo este último el autor en quien nos concentraremos especialmente en este artículo–. Por otro lado, hallamos un conjunto de textos políticofilosóficos identificables como una tradición híbrida en lo teórico que recoge aportes del situacionismo francés de la década del ’60, del autonomismo italiano de los ’70, de la filosofía de Michel Foucault, Gilles Deleuze y Giorgio Agamben. En este contexto, la obra de Tiqqun, especialmente su Introducción a la guerra civil (2008) y su Teoría del Bloom (2005), fue disparadora de una serie de producciones que recuperaron lo que se ha denominado “teoría de la comunización” (Noys: 2011b), la cual comprende a la revista francesa iniciada en los años ’70 Théorie Communiste, la revista inglesa Aufheben (desde 1992 hasta la actualidad) y la publicación de la misma nacionalidad, Endnotes (desde 2008). Las dos tendencias a las que hacemos referencia aquí se encuentran desafortunadamente desvinculadas en la actualidad a pesar de compartir el propósito de refundar el comunismo en sus aspectos teórico y práctico sobre la base de, entre otras cuestiones más amplias, una relectura del papel de la negatividad en la dialéctica hegeliana. Esto no significa que compartan una misma opinión al respecto, sino que, muy por el contrario, incluso en el interior de la tendencia de la comunización, existen posicionamientos parcialmente opuestos, tal como ocurre con el colectivo Tiqqun, en el cual es posible señalar una primacía de la ontología spinozista de la afirmación frente a posiciones como la de Théorie Communiste, que defienden una preponderancia de la negación de corte hegeliano. El presente artículo busca poner en diálogo la corriente de la hipótesis comunista con la teoría de la comunización,3 haciendo hincapié en los conceptos de mediación e inmediatez dialécticas y en la cuestión de la identidad del sujeto revolucionario. No nos guía un interés meramente especulativo sino eminentemente práctico, pues se trata de ponderar la validez y la vigencia del precepto marxista que afirma que la defensa de la inmediación4 social concuerda con el conservadurismo y el conformismo más crédulo que habla de “el orden natural de las cosas”, “los hechos”, “la realidad tal como es”, etc. La inmediatez es, para el revolucionario, siempre aquello que hay que transformar y nunca aquello que puede transformar las cosas. Frente a esta suerte de dogma del marxismo tradicional creemos que, con Hegel, es posible pensar una inmediatez social dialéctico-negativa, parafraseando a Marx y Engels, como un “movimiento real que anula y supera [aufhebt] el estado de cosas actual” (Marx y Engels: 2005, 37). Pero, ¿hasta qué punto podríamos encontrar en Žižek y en la teoría de la comunización elementos para la construcción de un concepto negativo de inmediatez que, liberado de la asociación tradicional con una positividad acrítica, pueda constituirse en instrumento para una estrategia teórica y práctica del presente? No se trata de defender un inmediatismo vulgar asociado a un espontaneísmo ingenuo frente a una política “etapista” empeñada en multiplicar las mediaciones que requiere la práctica comunista para ser efectiva. La acción comunizadora permitiría conjugar aspectos prácticos inéditos que, cuando son pensados como conjunto problemático, obligan a revisar los presupuestos incuestionados de la imagen tradicional de las transformaciones políticas de gran intensidad. La articulación práctica de una política que se extiende como prefiguración, negación, inmediatez e inmanencia, empuja a la indagación filosófica en direcciones inusitadas. Estableciendo una periodización sistemática de las etapas de subsunción capitalista y el correlativo marco de análisis político que prima en cada una de ellas, la teoría de la comunización nos permite formular nuevamente un interrogante central e ineludible: ¿qué significa actuar políticamente? Creemos que Žižek, por su parte, habilita una nueva comprensión de la identidad del sujeto revolucionario y de su “destitución simbólica”, así como también de la negatividad dialéctica y en general de la filosofía social de Hegel, que delimita con aun mayor precisión las bases teóricas para el abordaje de las anteriores preguntas formuladas. Si, como dice Žižek, la política es el arte de lo imposible, no hay nada más imposible –y a la vez necesario– que pensar el estatuto paradójico de una acción política negativa e inmediata. Si una inmediatez negativa constituye lo impensado de la tradición crítica, la tarea imperativa de la política será, entonces, pensarla. En el presente artículo realizamos, en primer lugar, una presentación esquemática del concepto de “inmediación negativa” en la que destacamos los siguientes rasgos: su negatividad y su conceptualización como universal concreto. Esta concepción de la inmediatez la confrontamos con otras dos posibles interpretaciones que conllevan una vindicación de la mediación dialéctica. Sostenemos que lo que hace la mediación dialéctica es nulificar algo que ya es en sí mismo negativo; la negación que ejerce la mediación es ya una suerte de “negación de la negación” que genera una nueva positividad. En segundo lugar, reconstruimos la periodización realizada por Théorie Communiste de las fases de subsunción capitalista. Esto nos permite concluir la pertinencia de una política inmediatista-negativa en el marco de lo que este colectivo considera la segunda etapa de subsunción real, así como también comprender mejor las aporías de la acción revolucionaria. En tercer lugar, analizamos la relación entre la concepción de Žižek del acto en tanto destitución simbólica del sujeto y la necesidad postulada por este filósofo de la constitución de un nuevo orden positivo como alternativa al capitalismo gracias a la mediación del Partido. Por último, comparamos las posiciones de Théorie Communiste y de Žižek para combinarlas en la construcción de un concepto negativo de inmediación. De la primera, tomamos su periodización del ciclo de lucha de clases y su comprensión de la acción comunista en calidad de auto-abolición inmediata y negativa. Del segundo, destacamos una noción similar de “destitución simbólica” con la condición de rescatar la figura subjetiva que emerge con ella, frente a la posición de Théorie Communiste que ve en esta figura una categoría de la reproducción del capital.
Fil: Assalone, Eduardo Francisco. Universidad Nacional de Mar del Plata; Argentina. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Centro Científico Tecnológico Conicet - Mar del Plata; Argentina
Fil: Casadei, Francisco. Universidad Nacional de Mar del Plata; Argentina
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A partir de la década del dos mil, y especialmente en los últimos años, emergen con mayor visibilidad y repercusiones en el ámbito intelectual y político dos tendencias que recuperan la filosofía hegeliana como insumo para una práctica emancipatoria. Por un lado, encontramos a Alain Badiou y su búsqueda de renovar lo que denomina la “hipótesis comunista” (Badiou 2010). En esta misma constelación se encuentran Bruno Bosteels (2011), Jodi Dean (2012), Fredric Jameson (2010, 2011), Frank Ruda (2011) y Slavoj Žižek (2012) –siendo este último el autor en quien nos concentraremos especialmente en este artículo–. Por otro lado, hallamos un conjunto de textos políticofilosóficos identificables como una tradición híbrida en lo teórico que recoge aportes del situacionismo francés de la década del ’60, del autonomismo italiano de los ’70, de la filosofía de Michel Foucault, Gilles Deleuze y Giorgio Agamben. En este contexto, la obra de Tiqqun, especialmente su Introducción a la guerra civil (2008) y su Teoría del Bloom (2005), fue disparadora de una serie de producciones que recuperaron lo que se ha denominado “teoría de la comunización” (Noys: 2011b), la cual comprende a la revista francesa iniciada en los años ’70 Théorie Communiste, la revista inglesa Aufheben (desde 1992 hasta la actualidad) y la publicación de la misma nacionalidad, Endnotes (desde 2008). Las dos tendencias a las que hacemos referencia aquí se encuentran desafortunadamente desvinculadas en la actualidad a pesar de compartir el propósito de refundar el comunismo en sus aspectos teórico y práctico sobre la base de, entre otras cuestiones más amplias, una relectura del papel de la negatividad en la dialéctica hegeliana. Esto no significa que compartan una misma opinión al respecto, sino que, muy por el contrario, incluso en el interior de la tendencia de la comunización, existen posicionamientos parcialmente opuestos, tal como ocurre con el colectivo Tiqqun, en el cual es posible señalar una primacía de la ontología spinozista de la afirmación frente a posiciones como la de Théorie Communiste, que defienden una preponderancia de la negación de corte hegeliano. El presente artículo busca poner en diálogo la corriente de la hipótesis comunista con la teoría de la comunización,3 haciendo hincapié en los conceptos de mediación e inmediatez dialécticas y en la cuestión de la identidad del sujeto revolucionario. No nos guía un interés meramente especulativo sino eminentemente práctico, pues se trata de ponderar la validez y la vigencia del precepto marxista que afirma que la defensa de la inmediación4 social concuerda con el conservadurismo y el conformismo más crédulo que habla de “el orden natural de las cosas”, “los hechos”, “la realidad tal como es”, etc. La inmediatez es, para el revolucionario, siempre aquello que hay que transformar y nunca aquello que puede transformar las cosas. Frente a esta suerte de dogma del marxismo tradicional creemos que, con Hegel, es posible pensar una inmediatez social dialéctico-negativa, parafraseando a Marx y Engels, como un “movimiento real que anula y supera [aufhebt] el estado de cosas actual” (Marx y Engels: 2005, 37). Pero, ¿hasta qué punto podríamos encontrar en Žižek y en la teoría de la comunización elementos para la construcción de un concepto negativo de inmediatez que, liberado de la asociación tradicional con una positividad acrítica, pueda constituirse en instrumento para una estrategia teórica y práctica del presente? No se trata de defender un inmediatismo vulgar asociado a un espontaneísmo ingenuo frente a una política “etapista” empeñada en multiplicar las mediaciones que requiere la práctica comunista para ser efectiva. La acción comunizadora permitiría conjugar aspectos prácticos inéditos que, cuando son pensados como conjunto problemático, obligan a revisar los presupuestos incuestionados de la imagen tradicional de las transformaciones políticas de gran intensidad. La articulación práctica de una política que se extiende como prefiguración, negación, inmediatez e inmanencia, empuja a la indagación filosófica en direcciones inusitadas. Estableciendo una periodización sistemática de las etapas de subsunción capitalista y el correlativo marco de análisis político que prima en cada una de ellas, la teoría de la comunización nos permite formular nuevamente un interrogante central e ineludible: ¿qué significa actuar políticamente? Creemos que Žižek, por su parte, habilita una nueva comprensión de la identidad del sujeto revolucionario y de su “destitución simbólica”, así como también de la negatividad dialéctica y en general de la filosofía social de Hegel, que delimita con aun mayor precisión las bases teóricas para el abordaje de las anteriores preguntas formuladas. Si, como dice Žižek, la política es el arte de lo imposible, no hay nada más imposible –y a la vez necesario– que pensar el estatuto paradójico de una acción política negativa e inmediata. Si una inmediatez negativa constituye lo impensado de la tradición crítica, la tarea imperativa de la política será, entonces, pensarla. En el presente artículo realizamos, en primer lugar, una presentación esquemática del concepto de “inmediación negativa” en la que destacamos los siguientes rasgos: su negatividad y su conceptualización como universal concreto. Esta concepción de la inmediatez la confrontamos con otras dos posibles interpretaciones que conllevan una vindicación de la mediación dialéctica. Sostenemos que lo que hace la mediación dialéctica es nulificar algo que ya es en sí mismo negativo; la negación que ejerce la mediación es ya una suerte de “negación de la negación” que genera una nueva positividad. En segundo lugar, reconstruimos la periodización realizada por Théorie Communiste de las fases de subsunción capitalista. Esto nos permite concluir la pertinencia de una política inmediatista-negativa en el marco de lo que este colectivo considera la segunda etapa de subsunción real, así como también comprender mejor las aporías de la acción revolucionaria. En tercer lugar, analizamos la relación entre la concepción de Žižek del acto en tanto destitución simbólica del sujeto y la necesidad postulada por este filósofo de la constitución de un nuevo orden positivo como alternativa al capitalismo gracias a la mediación del Partido. Por último, comparamos las posiciones de Théorie Communiste y de Žižek para combinarlas en la construcción de un concepto negativo de inmediación. De la primera, tomamos su periodización del ciclo de lucha de clases y su comprensión de la acción comunista en calidad de auto-abolición inmediata y negativa. Del segundo, destacamos una noción similar de “destitución simbólica” con la condición de rescatar la figura subjetiva que emerge con ella, frente a la posición de Théorie Communiste que ve en esta figura una categoría de la reproducción del capital.
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